Cada vez está más cerca el esperado fin de semana XXL de junio, una oportunidad perfecta para desconectar y tomarse un respiro de las responsabilidades diarias. En ese contexto, el restaurante Las Argibay se destaca como una parada obligatoria para quienes deseen deleitarse con una excelente gastronomía en la encantadora localidad de Villa Lía, situada a poco más de 20 kilómetros de San Antonio de Areco. Este establecimiento no solo se presenta como una de las mejores opciones para los amantes del campo y la comida casera, sino también para aquellos interesados en la historia y las tradiciones locales.
Las Argibay es una creación puramente familiar de Luz y María Julia Argibay, y su mamá, conocida por todos como la Ñata, el alma del restaurante y de este proyecto. En su juventud, Luz estudió en Buenos Aires, donde vivió por un tiempo e hizo su posgrado en turismo; María Julia, por su parte, es abogada y aún trabaja en la Ciudad. De todas formas, el amor de ambas por su pueblo natal fue más fuerte y decidieron volver para cumplir su sueño. Fue en 2017 cuando abrieron Las Argibay en una antigua casa que consiguieron en el centro de este pequeño destino, que tiene una población estable de 1.700 habitantes.
“Nuestros abuelos vinieron de España a esta zona, nuestros papás nos tuvieron acá, nosotras nacimos acá”, comentó Luz en diálogo con LA NACION. Además, dejó en claro que el amor por sus raíces estuvo presente desde su juventud: “Éramos las típicas que vivíamos en Buenos Aires, pero el fin de semana veníamos siempre, jamás nos quedábamos allá, traíamos los libros a pasear”.
En la búsqueda de un proyecto para hacer allí, lugar que desde antes de que el ferrocarril dejara de pasar ya tenía escaso turismo, decidieron ir por los sabores y meterse en el mundo culinario. “Dijimos, lo que falta en Villa Lía es algo para comer, un espacio social; y bueno, ahí nos animamos. Arrancamos, por supuesto, con mamá, que es un poco el alma de todo esto también y nos animamos, lo hicimos”, recordó.
Al pasar por Villa Lía, es difícil no notar la propiedad con una fachada de ladrillo a la vista y un gran cartel que anuncia “Las Argibay”. En los días soleados, el restaurante despliega sus mesas y sillas al aire libre, en un amplio jardín, justo enfrente de la plaza del pueblo. El lugar, que mantiene su estilo rural, es una de las edificaciones más antiguas de la región. “Queríamos hacer como si fuera una casa, como si te visitan en tu casa”, comentó, sobre la idea de este sueño familiar que hoy se convirtió un éxito. Sin embargo, confesó: “Al principio no fue nada fácil, cuando sos el primero, el único, cuesta bastante atraer visitantes, que el pueblo se conozca”.
Además de sumergirse en los sabores característicos y capturar la verdadera alma del pueblo, tomaron la decisión de garantizar los valores arraigados del lugar y de su gente, por eso se lanzaron por un turismo comunitario. “Todo lo que podamos, lo compremos en el pueblo. Entonces las limonadas acá, como la mayoría de la gente tiene limones en su casa, les compramos a ellos los limones. Hay gente que tiene gallinas, entonces les compramos los huevos”, explicó Luz, quien destacó que “esos sabores se trasmiten en los platos”.
La mujer también enfatizó que La Ñata, de más de 80 años de edad, encarna el corazón del pueblo, siendo que sus sabores se reflejan en cada plato y su carisma es el que cautiva a todos los que la visitan: “A ella le copa todo lo que sea hacer cosas, está más ágil que nosotras te diría. Ella, cuando era chica, fue la maestra de acá del pueblo, maestra rural, se conoce por supuesto todo y en su mente siempre están los proyectos”.
“Lo que tiene es que charla mucho con la gente; va por las mesas, que eso a todos les encanta, porque le hacen preguntas, vivencias de pueblo. Le fascina, ama esto, ama Villa Lía más allá del restaurante, entonces transmite todo con una pasión increíble”, contó con emoción Luz, y agregó: “Mi mamá siempre fue muy receptiva, su casa estaba llena de gente, le gusta charlar, sociabilizar, recibir, ese fue el concepto, tratar de que quienes nos visiten sientan que visitan tu casa”.
Las estrellas del menú
“Siempre tratamos de hacer cosas de estación, lo que siempre está es el matambrito de cerdo a la pizza, un clásico nuestro. Los canelones también los cocinamos en vasijas de barro y, por lo que vuelve muchas veces la gente, inclusive en pleno verano, es por el guiso de lentejas”, le destacó su dueña a LA NACION.
Con respecto a la importancia de haber establecido este negocio familiar, afirmó que se convirtió en un componente esencial de la identidad local. “Sirvió para visibilizar el pueblo, porque a la mayoría de la gente no se le hubiera ocurrido nunca visitar Villa Lia, sino no tenés nada para hacer”, admitió la mujer, quien contó que reciben 300 personas por fin de semana que disfrutan de toda una experiencia campestre.
“Lo que hace la gente es relajarse”, se sinceró Luz, dejando en claro que lo ideal para visitar su pequeño pueblo es llevarse el mate y dar un paseo por la estación.
Para aquellos que deseen un poco más movimientos y conocer nuevos lugares, pueden pasar de regreso por San Antonio de Areco, sitio ideal para sumergirse en la cultura, explorando el Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes y participando en actividades como cabalgatas y asados campestres. Además, se puede pasear, recorriendo sus encantadoras calles empedradas y disfrutando de la arquitectura colonial, de la Feria de Artesanos y la Pulpería La Blanqueada.