Un lugar especial para aquellos que no pueden despegarse de sus mascotas: DOG PPL es el primer club social canino de Los Ángeles, tiene un parque, una cafetería, un bar y un salón, como un típico club privado, solo que entre sus miembros los protagonistas son las mascotas.
Por una membresía de 120 dólares por mes, los perros tienen acceso a un lugar limpio y lujoso para pasar el rato y son vigilados por cuidadores llamados “rufianes”, que intervienen si alguno se emociona demasiado. Sus dueños, en tanto, tienen acceso a áreas de descanso y trabajo, Wi-Fi, un bar, estacionamiento gratuito y eventos sociales. Y siempre cerca de los caninos.
Fundado hace dos años por los amigos Alex Esguerra y Liam Underwood, frustrados por la escasez de parques para perros limpios y seguros en Los Ángeles, el lema de DOG PPL es: “Nuestros perros merecen el mundo, por eso les construimos uno”.
“Mucha gente nos llama la “Casa del Soho para perros”, contó Esguerra en una entrevista con la agencia Reuters. “Creo que lo relacionan porque imaginan que Soho House es un club de membresía que realmente invierte en su gente y nosotros queremos hacer lo mismo con los perros”.
En este exclusivo club los perros son los que mandan. “Los humanos son invitados de su perro, que es realmente el miembro”, afirmó Underwood en la misma entrevista.
Para ingresar a PPL los perros deben pasar por una prueba de temperamento para tener certeza de que su comportamiento es adecuado para interactuar con otros perros y personas. Obviamente, como instancia inicial se confirma que cada solicitante esté al día con las vacunas y se controla cuándo vencen.
“No están saltando a través de aros ni tienen que pararse sobre sus patas traseras ni nada por el estilo”, explicó Keitel Frankle, experto en comportamiento canino y gerente de operaciones de seguridad de DOG PPL.
La prueba de temperamento es básicamente una evaluación de habilidades sociales para asegurarse de que cada perro es capaz de coexistir con los otros miembros de edades, tamaños, razas, niveles de energía y personalidades diferentes.
“Creo que disfruto venir aquí más que mi perro”, le dijo a Reuters Oliver Damavandi, un hombre de 39 años de Malibú que visita asiduamente el lugar con Gino, su perro.
Para Olga Plaksina, que asiste con su perro Bimba, el club proporciona un lugar seguro para que el animal juegue mientras trabaja o socializa. “Me gusta poder trabajar desde aquí. Hay wifi y puedes tomar un café. Así que esto es genial, no solo para los perros, sino también para las personas”, agregó.
Obviamente, nada de eso se compara a las instalaciones específicas de los canes que incluyen césped diseñado para perros, que se mantiene limpio, seguro y divertido a pesar de las condiciones climáticas; un parque para que se entretengan sorteando obstáculos cognitivos y estaciones de juegos de agua.
“Lo que hace especial a un club de socios son los valores compartidos de la comunidad. Una cultura local en torno al amor a nuestros compañeros de cuatro patas. ¡Cuando ellos están felices, nosotros somos felices!”, afirman desde la institución.
Código de conducta
En esa línea, el código de conducta para los miembros detalla cuestiones que son importante considerar:
LA NACION