Los Pérez Companc: cómo se reparte la herencia de «Goyo»

Gregorio «Goyo» Pérez Companc siempre fue un visionario, un adelantado a su época. Lo confirmó en todos sus grandes negocios y lo ratificó en su última gran jugada, a sus 89 años y con una salud por demás endeble, cuando dejó todo organizado para que su muerte no sea un sismo familiar donde todos sus herederos -siete hijos y viuda- se peleen por el trono.

Podría ser un mal guion de Agatha Christie, pero lo cierto es que el pasado 14 de junio, «Goyo» dejó el plano terrenal y su herencia ya estaba toda resuelta sin lugar a ninguna queja, desde sus empresas, pasando por los inmuebles hasta su lujosa y exclusiva colección de automóviles. En total, un patrimonio de más de 4100 millones de dólares repartidos entre sus herederos, convirtiendo así a la familia en el cuarto apellido más acaudalado del país, solo por detrás de Marcos Galperin (primero con US$ 6300 millones), Paolo Rocca (US$ 5600 millones) y Alejandro Bulgheroni (US$ 4900 millones).

Imperio financiero

Los fríos números indican que un grupo liderado por Luis Pérez Companc y sus hermanas Rosario y Pilar adquirió, en una operación intrafamiliar realizada el 28 de mayo, el 75 por ciento de las acciones de las firmas Molinos Río de la Plata y Molinos Agro (el resto pertenecen en un 20 por ciento a la Anses y un 5 por ciento a inversores privados) y el 100 por ciento de la energética Pecom; las cuales, durante el 2023, facturaron la friolera de US$ 3500 millones. Tales empresas engloban a un total de 11.600 empleados, siendo técnicamente Luis el presidente y director.

El otro tridente de herederos, Jorge, Cecilia y Catalina, continúan siendo los titulares, junto a Luis, Rosario y Pilar, de la agropecuaria Goyaike, la cadena de heladerías Munchi’s y Conuar, empresa que produce combustibles para las centrales nucleares Atucha y Embalse. Cabe destacar que esta sucesión de bienes económicos y personales comenzó en el año 2009, cuando «Goyo» se convirtió en un asesor de sus hijos y dejó atrás su rol de otrora lobo comercial. A su vez, su viuda María del Carmen “Munchi” Sundblad Beccar Varela no integra ningún directorio, mientras su séptimo hijo Pablo dejó los negocios familiares hace ya muchos años para radicarse en Miami, donde le dio rienda suelta a su fanatismo por los automóviles.

Si bien el ojo empresarial de «Goyo» mantuvo su visión aguda y periférica, no pudo escapar a la tragedia y a los escándalos familiares. En el año 1984, su hija Margarita de 19 años falleció en un accidente automovilístico en la Patagonia, mientras que más acá en el tiempo, en el 2016, su hijo Pablo hizo una denuncia pública cuando declaró que su hermano Luis abusó sexualmente de él durante su infancia. La implosión familiar fue tal, que su madre «Munchi» tomó cartas en el asunto y desactivó todo con la partida de Pablo a Estados Unidos. Sin embargo, Luis denunció a Pablo por calumnias e injurias y obtuvo una sentencia favorable. Tras el fallo judicial, no se habló del tema en los medios

Munchi, la viuda

Lejos de ser una mujer pasiva que dedicó su vida a permanecer sin voz ni voto detrás de uno de los hombres más importantes del país, María Carmen Sundblad Beccar Varela siempre se movió en la primera plana del Imperio familiar. Se casaron en 1964 y, desde entonces, crió a sus ocho hijos, potenció los negocios de su marido y generó los suyos. Ocho centímetros más alta que Gregorio, “Munchi” se convirtió en una experta en criar vacas jersey, tal vez su mayor logro empresarial cuando fundó la cabaña San Isidro Labrador. Paralelamente creó con gran éxito la heladería Munchi’s y Temaikén. Sobre la herencia, ella suele decir que todo se redistribuyó en una venta intrafamiliar cual secreto de Estado. A su vez, dejó en claro que, mientras viva, ningún hermano alzará la voz ni se pondrá en contra de la familia. Una guardiana del negocio y de la intimidad.

Bienes gananciales

Los campos en la Patagonia, las hectáreas sobre el Río Paraná y los terrenos en Escobar que incluyen una pista para autos llamada “Nürburgring argentino” es otra área que desde la familia aseguran que está particionada como bienes de las respectivas empresas; al igual que una de las colecciones de autos más valiosas e importantes del mundo que poseía Gregorio con más de 100 vehículos de altísima gama. Su máxima joya es un Shelby Cobra Daytona por el que pagó 7,25 millones de dólares, con un valor actual de mercado de más del doble. Por fuera del catálogo, hay una Ferrari F2004, con la que Michael Schumacher ganó su último campeonato del mundo.

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Gregorio Pérez Companc murió a los 89 años, siendo el cuarto hombre más rico del país. | Foto:Cedoc

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