Atraso cambiario y retenciones, las señales que dejó el presupuesto 2025 para el campo

La peor noticia para los productores agropecuarios luego de finalizada la presentación del presupuesto 2025 por parte del presidente de la Nación, Javier Milei, ante el Congreso, no fue la no confirmación de la fecha de salida del cepo, sino la ratificación de la política de atraso cambiario y, aun más, su profundización.

Para un productor agropecuario no hay peor escenario que la consolidación del atraso cambiario, por la sencilla razón que cuanto mayor es el atraso cambiario, más volumen de su cosecha debe vender comprar el mismo insumo o para pagar un servicio, con costos que aumentan en línea con la inflación mensual proyectada, incluso si ésta fuera tan baja como la proyecta por el Gobierno.

De la misma forma, la teórica convergencia –en algún momento del futuro– entre el dólar oficial y la caída de los dólares alternativos (MEP, CCL e, incluso, el blue) dejará sin sentido y sin razón de ser el dólar blend 80/20.

A medida que la actual política cambiaria se consolide es muy probable que para diciembre próximo el dólar blend iguale a los dólares alternativos. Chau dólar blend 80/20, que se auto elimina. Esto podría provocar que las divisas se liquiden en el mercado regulado. Por este motivo, el productor no debe esperar más la salida del cepo pensando que mágicamente habrá una mejora del tipo de cambio o que el Gobierno bajará las retenciones.

Considerando que el 70% de la soja se produce en campo alquilado, a los precios actuales de la posición futura mayo 2025 a 290 dólares por tonelada, los márgenes del cultivo son negativosINTA

Las proyecciones de inflación del Gobierno para el último cuatrimestre de 2024 y para todo 2025 parecen un objetivo muy difícil de alcanzar.

Con la inflación de agosto en el 4,2% y con el acumulado para los primeros ocho meses de 2024 en el 94,8%, para poder cumplir con la meta oficial, la inflación debería bajar al 1,2% en los próximos cuatro meses. En tanto, para 2025, el Gobierno prevé una inflación del 18,3%, lo que implicaría un incremento mensual, en promedio, del 1,4% a partir de enero de 2025.

Mientras el dólar se sigue atrasando y el nivel de inflación va bajando en los próximos meses como lo sugiere y proyecta el Gobierno, los costos de los productores van subiendo de la mano del aumento mensual de los combustibles, además del ajuste en tarifas, salarios y servicios, arrastrando los costos de toda la cadena productiva y de comercialización posterior de la cosecha.

Considerando que el 70% de la soja se produce en campo alquilado, a los precios actuales de la posición futura mayo 2025 a 290 dólares por tonelada, los márgenes del cultivo son negativos. A menos que el valor de la soja suba entre 50 y 75 dólares por tonelada de aquí a la cosecha o que el Gobierno baje las retenciones del 33 al 25%, no hay forma de revertir los actuales márgenes negativos que impactarán en la rentabilidad de los productores.

Finalmente, los tres objetivos del Gobierno grabados en la piedra: superávit fiscal, déficit cero y baja de la inflación, se mantendrá inalterable “caiga quien caiga”.

Los productores que tienen en estos momentos 27 millones de toneladas de soja sin vender y pendientes de fijar, que equivalen a 11.500 millones de dólares, deberán vender la ultima joya de la abuela para afrontar sus compromisos y poder pasar el verano hasta el ingreso de la nueva cosecha. Esta es la apuesta del Gobierno.

El autor es presidente de Pablo Adreani y Asociados

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