El célebre combate de San Lorenzo se libró el 3 de febrero de 1813 en la provincia de Santa Fe. Los realistas desembarcaron frente al convento de San Lorenzo y se dirigieron a él, sin saber que los esperaba José Francisco de San Martín y Matorras con sus granaderos a caballo.
San Martín dividió sus fuerzas en dos divisiones; una de ellas la comandaba él mismo y atacó de frente, la otra, al mando de Justo Germán Bermúdez debía dar un pequeño rodeo, llegar al mismo tiempo que San Martín al enemigo y evitar la retirada del mismo.
San Martín iba al frente de sus granaderos con sables y lanzas ante un enemigo que ya después de la sorpresa se había formado para la batalla con sus armas de fuego. Los realistas vieron a San Martín y sus granaderos detrás de él, pues Bermúdez no llegó al mismo tiempo, como estaba planeado.
Naturalmente, el jefe se distinguía y era lo más codiciado para los enemigos; un tiro de metralla de los cañones mató al caballo de San Martín, aplastándole la pierna derecha, muy cerca de los realistas, que se ensañaron en matarlo o capturarlo vivo. En ese momento del bautismo de fuego para los granaderos todo era nuevo para ellos, en medio de gritos, polvo en el aire, tiros, estruendos, humo, relinchos: un infierno total. Un soldado enemigo con su bayoneta en las manos se dispuso entonces a ultimar a San Martín, pero Juan Bautista Baigorria apuró su caballo y en toda la furia, como una luz, levantó en su lanza al soldado realista antes que llegara al Padre de la Patria.
La iniciativa del puntano y otros, fue seguida por más granaderos que se empeñaron en salvar a San Martín, hasta que Juan Bautista Cabral, pie en tierra, liberó a San Martín de su caballo muerto recibiendo el ilustre y heroico granadero las heridas mortales de manos enemigas.
Bermúdez llegó con su división y se ganó la batalla en aquella madrugada. En esta batalla, San Martín, estando en el suelo, recibió una herida en su cara de un sablazo enemigo que esquivó y estuvo muy cerca de la muerte.
La palabra escrita ha sido ingrata con el puntano. La provincia de Santa Fe tiene una ciudad que se llama Granadero Baigorria, y quizás sea el máximo monumento que este héroe tiene junto con las escuelas de la provincia de San Luis que siempre lo recordaron.
El granadero Juan Bautista Baigorria acompañó a San Martín en la campaña libertadora y llegó a formar parte del “Escuadrón de cazadores a caballo del jefe del ejército” que era un desprendimiento de los granaderos, pero independiente; fue así Baigorria parte de la escolta de San Martín.
Los granaderos fueron testigos de la heroica hazaña de Juan Bautista Baigorria y la transmitieron de diversas maneras. Cincuenta años después del hecho, en un artículo a título de homenaje a Juan Bautista Cabral por Pastor S. Obligado, motivó al General Ángel Pacheco a destacar la acción de Baigorria y así, Obligado, en otro artículo, agregó el mérito del puntano.
En el año 2015 el Prof. Roberto A. Colimodio y la Prof. Nora L. Costamagna han publicado un libro sobre Juan Bautista Baigorria titulado Juan Bautista Baigorria, mitos y verdades sobre el heroico puntano que salvó a San Martín en San Lorenzo que puede ser la punta de lanza para que en este Siglo XXI la Nación Argentina se ocupe de este tema con los medios que tiene y como corresponda.
Ángel J. Carranza y Bartolomé Mitre salvaron del olvido al hombre de San Luis, al igual que Manuel de Olazábal que agregó al apellido sus nombres Juan Bautista Baigorria. El historiador bonaerense Urbano Joaquín Nuñez, que tanto quiso a San Luis, escribió de Juan Bautista Baigorria: “este sí que era criollo. Y, para mejor, puntano. Que es como decir la tierra hecha de corazón y paciencia” .