Paul McCartney cumplió con el ritual de celebrar su música frente al público argentino en el Monumental

Los conciertos de artistas ya convertidos en leyendas, más que momentos musicales son experiencias emocionales. Nadie (o casi nadie) en esa gran marea de público que observa obnubilada el escenario tiene alguna expectativa de cuánto se podrá sorprender cuando se apaguen las luces; más bien espera una vivencia: qué tanto influirá la evocación de esas canciones en sus sentimientos. Y eso fue, exactamente, lo que comenzó a vivirse apenas arrancó este sábado el primero de los dos shows que Paul McCartney programó en Buenos Aires para su gira Got Back Tour.

Paul McCartney en RiverDiego Spivacow/AFV

Cerca de las 21.20, el gran prócer vivo del rock comenzaba a transitar sin prisas ni pausas un repertorio de unas tres docenas de canciones, durante las más de dos horas y media de música que tenía por delante. En lo que pone sobre el escenario hay elementos esenciales y otros que podrían no estar, pero son, sin embargo, sus mejores aliados. No necesita colgarse un bajo al hombro derecho, pero es algo que no puede dejar de hacer. Es una extensión de su cuerpo. Para fortuna de sus huesos, sigue eligiendo el bajo eléctrico más liviano que se creó en los últimos 69 años. Ni por contrato ni por exigencias del público debe tocar y cantar durante casi tres horas, pero por alguna razón necesita pasar allí ese tiempo, de la mano de canciones que funcionan como un álbum fotográfico que comienza en su adolescencia, con alguna postal que trae de la prehistoria de su éxito, The Quarry Men. Y con toda esa nostalgia, por supuesto, que embellece los recuerdos.

En las pantallas verticales que custodiaban los extremos del escenario se vio la imagen del icónico bajo Hofner 500/1 que se desintegraba en la explosión de un big bang, segundos antes de que Sir Paul y su banda ingresaran y tomaran sus puestos. Entonces se escuchó la primera señal de lo que vendría después. Definitivamente, no se trataba de un viaje musical sino absolutamente emocional, con “Can’t Buy Me Love” que suena potente, como un vértigo de sensaciones que hace estallar al público en un grito y todo se convierte en un emotivo flashback al corazón de Los Beatles.

Luego del segundo tema, “Junior’s farm” (otro añejo, aunque no tanto, de su banda Wings), ofreció las primeras palabras al público: “Hola, Argentina, buenas noches, Buenos Aires. Oh yeah!, fue su lacónica presentación, para no cortar el clima rockero de su poderoso comienzo.

De allí en adelante empezarían a sonar muchos temas de The Beatles, de la etapa solista de McCartney y hasta el último estreno, creado con Inteligencia Artificial, que permitió incluir una grabación de piano de John Lennon en una versión de la canción “Now and Then”.

Paul McCartney en RiverDiego Spivacow/AFV

Aunque poco se notara, Paul McCartney no es el extraterrestre que algunos suponen que es. Se trata de un hombre de carne y hueso, con 82 años y unas cuerdas vocales que hacen honor a su edad. Solo que su profesionalismo permite que el envejecimiento de su garganta se convierta en un simple dato del paso de los años. Quien lo haya visto en anteriores shows habrá notado qué significativos pueden ser los cambios de su voz en las últimas dos décadas. Y sin embargo, no ha perdido en absoluto sus señas particulares. Solo algunos trucos le bastan para distraer al paso de los años. Tenderle alguna trampa. Usar otro volumen diafragmático y un fraseo que le permite redondear notas que antes no necesitaba redondear con esfuerzo. Difícilmente se explique de otro modo el hecho de que pueda llegar, treinta canciones después, con matices y fuerza cantora, a clásicos como “Helter Skelter” que es uno de los que guarda para el tramo final del concierto.

ESP – Paul Macartney. Buenos Aires, 05-10-2024DIEGO SPIVACOW / AFV

El resto se espera como un gran desfile de postales y emociones: “Let It Be”, “Love Me Do”, “Blackbird”, “Get Back”, “Let It Be”, “Hey Jude” y “Live and Let Die”, entre otra treintena. Aunque desde su primera visita a la Argentina, a principios de la década del noventa, se puedan contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que regresó a nuestro país, hay algo de ritual en sus presentaciones. Son una especie de ceremonia con su respectivo misal. De hecho, excepto por el reemplazo de cuatro o cinco canciones, trajo la lista de temas que interpretó en su anterior visita, en marzo de 2019, en el Campo Argentino de Polo, casi en el mismo orden.

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