Gustavo Sierra: No le tengo miedo a las armas, le tengo miedo a la gente

Gustavo Sierra tiene la tranquilidad de los consagrados. Los que saben que en su profesión lo hicieron todo. Pero no está más allá del bien ni del mal, por el contrario, está en ese momento cumbre donde al único que debería demostrarle algo, si es que quiere, es a él mismo. Que su fuego sagrado tras miles de batallas periodísticas libradas, aún sigue encendido. Es que quien cubriera las guerras de Afganistán, Irak y Ucrania para cadenas como CNN, Telemundo, NBC, Clarín e Infobae, hoy quiere abordar solamente historias épicas. Como la de Meir Berliner, que le valió diez años de investigación. Un argentino-polaco que mató a un nazi en el mismísimo campo de concentración de Treblinka, donde días atrás habían asesinado a su mujer y a su hija. 

Con siete libros en su haber, entre los destacados “Bajo las bombas” (2003) y “Sinaloa-Medellín-Rosario” (2014), Sierra no descansa. Su profesión de periodista lo llevó a momentos gloriosos de la historia argentina, como cuando cubrió los entrenamientos de la Selección de Menotti pre Mundial 78 donde conoció a Diego Armando Maradona, la llegada a Ezeiza de Carlos Monzón y Susana Giménez con el cinturón de Campeón del Mundo de boxeo; como también diversas entrevistas a Jorge Luis Borges, Guillermo Vilas y hasta Bill Clinton cuando era el argentino acreditado a la Casa Blanca. Pero sus recuerdos también tienen infiernos, como irse del país por una Dictadura que lo acorralaba en su libertad o cuando cubriendo la guerra de Irak, le entregaron el cuerpo sin vida de su colega Mario Podestá para que lo llevara a la morgue. Sierra vivió todo y en esta entrevista catártica, se humaniza.     

Noticias: ¿Cuál fue la génesis de su libro “Berliner, el vengador de Treblinka”?

Gustavo Sierra: Hace unos diez años atrás fui invitado a conocer los campos de concentración en Polonia. Una experiencia que me marcó. Estuve en Varsovia y entendí todo lo que significó el Gueto de Varsovia, del cual todavía hay vestigios por toda la ciudad. Cuando volví me puse a investigar sobre los argentinos del Holocausto y una historiadora me contó la historia de Meir Berliner, un inmigrante polaco que vivió en Argentina, se enroló en el ejército y luego volvió a su país donde fue captado por los nazis.

Noticias: ¿Es de los periodistas que están siempre en la búsqueda de una historia?

Sierra: Cuando detecto una buena historia me la quedo sin saber si va a prosperar en un libro, una nota, un guion o en nada. En ese momento publiqué una nota en Clarín sobre Berliner dentro del contexto de los argentinos del Holocausto, pero sospechaba que había mucho más, hasta que descubro que era parte de una organización llamada Zwi Migdal, de origen judío-polaca que actuó en Argentina entre 1915 y 1934, trayendo chicas polacas engañadas para prostituirlas en Buenos Aires, Rosario, Montevideo y Rio de Janeiro. Esa historia me convenció de que tenía que ser un libro.

Noticias: Lejos de las guerras, usted comenzó como periodista en revista Gente.

Sierra: Me interesaba la política. De adolescente me compraba el diario La Opinión de Jacobo Timerman y me lo llevaba al colegio. Una vez que me recibí, me anoté en el Instituto El Grafotécnico y ahí empecé a estudiar Periodismo. Una vez un amigo me dijo que en Editorial Atlántida buscaban un cadete para revista Gente. El director era Chiche Gelblung. Me tomaron y al mes ya estaba escribiendo los epígrafes de la sección “Gente, gente” donde las personalidades del momento asistían a eventos. Sin embargo, mi primera entrevista importante fue a Soledad Silveyra para la revista 7 Días, donde también escribía. Lo bueno que tenía Gente era el mix de personajes. Entrevistaba en plena dictadura a Ernesto Sábato y al día siguiente tenía que perseguir a Raffaella Carrá por Buenos Aires o recibir a Monzón y Susana Giménez que llegaban de Europa con el cinturón de Campeón del Mundo. Pero estábamos en plena dictadura y llegó un punto donde no podía quedarme más y me fui del país.

Noticias: ¿Lo amenazaron de muerte?

Sierra: No tan directo, pero yo pertenecía a un grupo cercano a la Iglesia y cuando asesinaron al cura Carlos de Dios Murias y al obispo Angelelli, sentí que yo y mi mujer podíamos ser los próximos. Entonces nos fuimos a vivir a Nueva York donde trabajé lavando platos. Estando allá me contacté con Perfil y salió la posibilidad de trabajar en Londres cubriendo las peripecias de los Reutemann, Vilas, etcétera. Una mañana leo en el diario que Argentina había atacado las “Falklands” y nos volvimos con mi mujer a Nueva York para cubrir todo lo que pasaba en Malvinas porque ahí la información llegaba más rápido y objetiva. En esa época todas las notas eran con máquina de escribir y telex. Para que llegaran las fotos a Buenos Aires, me iba al aeropuerto, buscaba a un argentino que volviera a Buenos Aires y le daba un sobre con fotos y las notas mecanografiadas. El 90 por ciento de las veces llegaba. Y no les daba nada porque no tenía un peso, era todo pedir por favor. Eso lo hacía dos veces por semana. 

Noticias:  Habrá estado bueno vivir en Nueva York en los 80.

Sierra: Vivir en Nueva York en los años 80 estuvo muy bueno. Entrevisté a los grandes personajes que salieron del país. Entrevisté a Charly García cuando se sacó esa famosa foto para el disco “Clics modernos”. También a Jorge Luis Borges y a María Kodama. Después me fui a Boston y comencé a trabajar en todas las cadenas televisivas de Hispanoamérica que estaban en Estados Unidos. Mi vínculo con la guerra se dio porque de Univisión me enviaron a Chile a cubrir las elecciones de Pinochet. Me comí todos los gases lacrimógenos y palazos que hubo en Santiago. Cubrí muchas guerras, pero la calle más dura la viví en Santiago de Chile esos tres años.

Noticias: ¿Cómo eran esas despedidas con su mujer y sus hijas cuando se iba a cubrir una guerra?

Sierra: Muy duras. Pero mis hijas y mi mujer entendían quién era yo y cuáles eran mis motivaciones. Nunca fui un aventurero, era un corresponsal de guerra que sabía cómo moverme y qué hacer. Eso no significaba que no hubiera peligro, pero bajaba mucho el margen de riesgo. En las guerras no hay códigos, sos un civil más. Pero tanto yo como ellas sabíamos que nos íbamos a volver a ver.

Noticias: ¿Nunca fue una persona miedosa?

Sierra: Me crié en Loma Hermosa y te puedo decir que fue mi mejor universidad. Allí aprendí a tratar a la gente más pesada. Ver la actitud de la gente era la clave. Yo no le tengo miedo a las armas, le tengo miedo a la gente. El arma no hay que mirarla, hay que ver los ojos de quien la porta. 

Noticias: Cubrió las guerras de Nicaragua, Afganistán, Irak, Ucrania… ¿Alguna que haya dejado huella?

Sierra: Todas. La peor fue en 2003 en Irak. Estábamos en un hotel en Bagdad y nos bombardearon. El régimen nos había puesto a todos los corresponsales en ese hotel. Éramos unos 25 corresponsales entre argentinos, mexicanos y europeos. Era el anteúltimo día de la guerra, un tanque de Estados Unidos disparó contra el hotel y mató a José Couso de Telecinco de España y al ucraniano de Reuters Taras Protsyuk. Con el español éramos muy amigos. Fue traumático y el sentimiento de culpa de por qué a él y no a mí me persiguió durante mucho tiempo. El estrés post traumático es duro y difícil de tratar. Yo tengo muchos años de terapia. Ahora por lo menos lo puedo relatar. Durante mucho tiempo era escuchar un ruido fuerte y alterarme. Ahora vivo en Barracas, cerca de la cancha de Boca y cuando comienzan con las bengalas y los fuegos artificiales un poco revivo esos momentos.

Noticias: Tendrá muchas imágenes imborrables.

Sierra: Lo peor son siempre de chicos. Ir a un hospital por cualquier cuestión sanitaria y ser testigo de un panorama desolador. En Bagdad los hospitales eran terribles. Eran lugares donde la gente llegaba desangrándose para morir esperando. Una semana después de lo de Couso, mataron al camarógrafo argentino Mario Podestá. Vino una periodista chilena y me dio su cuerpo sin vida para que lo lleve a la Cruz Roja. Son momentos que te destruyen el alma.

Noticias: ¿Cómo sigue la vida después de eso?

Sierra: Cuando salí de Irak, llegué a Roma, me tiré en la cama de un hostel y dormí más de 30 horas seguidas. Tenía la cabeza explotada. Me vino a buscar un colega porque pensó que me había pasado algo. Después salí, me senté en un bar y empecé a escuchar las conversaciones que había a mi alrededor y todo me parecía de una frivolidad extrema, no podía soportarlo y hasta me enojé con Dios. Hasta que entendí que eso también es parte de la vida y que no podía renegar de lo trivial del ser humano por haber vivido situaciones tan extremas.

Noticias: ¿Podría volver a entrevistar a un famoso para que le cuente sobre la obra que va a estrenar?

Sierra: No lo haría pero porque ahora mi profesión va por descubrir historias. Tampoco iría a cubrir una guerra al frente de batalla porque ya no tengo edad para estar usando chalecos antibalas que pesan 15 kilos. Tampoco hace falta irse a otro país para contar historias desde los campos de acción. En Argentina hay muchas zonas calientes, como el conurbano bonaerense o mismo Rosario y su narcoguerra. Son historias que hay que visibilizar y que me motivan a continuar mi instinto periodístico.

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Gustavo Sierra | Foto:Marcelo Dubini.

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