El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea fue lo más importante de la cumbre regional que se celebró en Uruguay, pero el presidente Javier Milei sorprendió al mostrar un entusiasmo muy moderado, algo que parece disociado de su prédica a favor de la libertad comercial total, pero que en realidad tiene razones concretas, entre ellas su rechazo al funcionamiento del bloque sudamericano y los escollos políticos que quedan para la aprobación final.
Minutos antes de asumir la presidencia pro tempore del Mercosur, Milei pronunció este viernes en la cumbre de presidentes realizada en Montevideo un discurso muy duro en el que calificó al Mercosur como «una prisión que no permite que sus países miembros puedan aprovechar ni sus ventajas comparativas, ni su potencial exportador» y dijo que es un «modelo agotado».
En ese marco, propuso a sus pares de Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia «buscar una nueva fórmula» pero, al mismo tiempo, lanzó una frase que mostró cierto escepticismo frente al hecho más importante de la jornada: «Nos encerramos en nuestra propia pecera, tardando más de 20 años de cerrar un acuerdo con el que hoy festejamos, que aún dista de ser una realidad», afirmó.
Además de esa aparente indiferencia hacia el acuerdo con la Unión Europa, poco antes, en una declaración a la prensa hecha al pasar sobre este tema, el Presidente dijo simplemente que «todo lo que ayude a flexibilizar, bienvenido». Fue una definición bastante desabrida para un jefe de Estado que intenta hacer del libre comercio una bandera y que reclama, precisamente, una mayor apertura del Mercosur.
¿Por qué Javier Milei relativiza el acuerdo Mercosur-Unión Europea?
Detrás de ese fragmento de su discurso, que pasó casi inadvertido para todos salvo para los gobernantes presentes en la cumbre, hay una primera razón muy concreta y realista: el proceso para que el acuerdo Mercosur-UE se ponga efectivamente en marcha será largo y no estaría exentó de obstáculos políticos.
Lo que se aprobó este viernes en la cumbre del Mercosur fue el texto de tres párrafos que declara la voluntad del bloque regional y de la Comisión Europea encabezada por Úrusla von der Leyen (que asistió a la reunión) de avanzar con la revisión legal y con todos los detalles del proceso, con vistas a la firma del entendimiento comercial.
La Comisión Europea, órgano ejecutivo y políticamente independiente de la UE, puede avanzar en esta primera etapa sin la ratificación parlamentaria de los 27 países que integran el bloque. Sin embargo, para la concreción final del acuerdo sí será necesaria la aprobación de los congresos, tanto de las naciones de la Unión Europea como de las que conforman el Mercosur.
Aquí podrían aparecer los primeros escollos. Francia es el principal opositor al acuerdo dentro de Europa porque el sector agropecuario de ese país advierte que los perjudicará y presiona para que se rechace. En ese contexto, Emmanuel Macron intentará evitar la ratificación del entendimiento junto a otras naciones que, según la prensa europea, también se oponen, como Polonia, Bélgica e Italia.
Por ese motivo Milei acierta al advertir que, a pesar de la pompa en el anuncio y de que Von der Leyen lo presentó como «un hito histórico», el acuerdo Mercosur-Unión Europea todavía «dista de ser una realidad».
Milei mira a Estados Unidos y a Donald Trump, con pocos amigos en el Mercosur
Otro de los motivos detrás del entusiasmo moderado que exhibió Milei tiene que ver con que la prioridad para él es alcanzar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, ahora que Donald Trump volvió al poder y hay un vínculo fuerte entre ambos. El libertario es mirado como un espejo del republicano en América del Sur.
En su discurso hipercrítico del funcionamiento del Mercosur, el Presidente hizo una mención breve pero significativa a este asunto. «Mientras el resto del planeta se expandía gracias al comercio, nosotros le dijimos que no a Estados Unidos, que ofrecía un acuerdo de libre comercio en todo el continente. Pero esa perorata disfrazada de nacionalismo le costó carísimo a nuestros ciudadanos», remarcó.
El propio Milei confirmó hace algunas semanas que quiere un acuerdo de libre comercio entre Argentina y Estados Unidos. Sin embargo, el Mercosur podría ponerle límites a esa iniciativa, especialmente porque el argentino se encuentra ideológicamente aislado dentro del bloque regional, rodeado de presidentes que están en la vereda opuesta a su visión del mundo.
El caso más obvio es el Luis Inacio «Lula» Da Silvia, de pésima relación con Milei. La tensión entre ambos volvió a sentirse este viernes, cuando el brasileño no asistió a la tradicional foto de familia con la que, además de cerrar la cumbre, se dejó formalizado el traspaso de la presidencia pro tempore de Uruguay a la Argentina.
A eso se suma que el presidente de Paraguay, Santiago Peña, es un firme defensor del Mercosur, que días atrás señaló que no ve «un camino fuera» del bloque regional, llamó a «potenciarlo» y cuestionó los «acuerdos unilaterales», una postura que va a contramano de lo que expresó Milei este viernes. Además, en Uruguay asumirá Yamandú Orsi, un hombre que también está en las antípodas ideológicas del argentino.
Reformar el Mercosur: el objetivo Milei, más allá de la Unión Europea
Ligadas a todo esto aparecen las otras posibles razones de la frialdad que mostró Milei hacia el acuerdo Mercosur-UE. Por empezar, el libertario no ve hoy en el viejo continente muchos aliados o dirigentes afines a su ideología. La italiana Giorgia Meloni es una de las pocas excepciones. De hecho, su gobierno expresó este mismo viernes su oposición al acuerdo.
Muchos de los gobiernos europeos actuales forman parte de un arco ideológico que no es exactamente de izquierda «dura», pero que para la mirada de Milei son derivaciones o variantes del «socialismo» que desprecia públicamente en cuanto foro internacional ha pisado. Todo lo contrario de lo que observa en Estados Unidos con Trump.
Por otro lado, la idea que Milei planteó en el Mercosur fue la de reformar el bloque regional y avanzar hacia una mayor apertura e independencia comercial de sus países miembro. Sin ese cambio en las reglas de juego actuales del bloque sudamericano, lógicamente la firma del acuerdo con la Unión Europea tendrá gusto a poco para el libertario.
Durante su discurso, el Presidente destacó que Chile y Perú «se abrieron al mundo y entablaron acuerdos comerciales con los protagonistas del comercio global» y que por eso sus economías crecieron más que la de los países miembro del Mercosur.
Además, remarcó: «Por la rigidez del arancel externo común, como por las innumerables barreras para-arancelarias que hemos inventado a lo largo de los años, tanto el comercio del Mercosur con el mundo, como el comercio intra-Mercosur se han visto deteriorados». Por eso aseguró que el bloque «terminó convirtiéndose en una prisión» que limitó el «potencial exportador» de sus miembros.
«Me gustaría invitarlos, como hermanos que somos, a que abramos los ojos y seamos honestos intelectualmente; aceptemos que este modelo está agotado y busquemos una nueva fórmula que nos beneficia a todos, para que todos podamos comercializar más y mejor, porque es el comercio lo que genera prosperidad y lo que va a terminar con el gran flagelo latinoamericano, que es la pobreza abyecta de nuestros pueblos», advirtió Milei.
¿Qué efectos tendría el acuerdo Mercosur-Unión Europea?
Los economistas y los especialistas en comercio internacional coinciden en que el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea podría generar beneficios para la Argentina y los otros países del bloque si se pone definitivamente en práctica, porque generaría una de las zonas de libre comercio más amplias del mundo.
El tratado supone a futuro una reducción de aranceles y barreras comerciales que, en teoría, le daría mayor potencia a la exportación de bienes entre las empresas de ambos bloques y estimularía las inversiones de un lado y otro.
En la práctica el acuerdo de libre comercio creará una zona de mercado con más de 700 millones de consumidores y un movimiento de aproximadamente u$s17 billones. Además, la Argentina y los otros países del Mercosur accederían a una economía como la europea, donde el ingreso per cápita se estima en u$s 34.000 anuales.
No obstante, la concreción final del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea todavía tiene un largo recorrido por delante. Javier Milei celebró el anuncio con mucha moderación en parte por eso y porque tiene en su horizonte otros objetivos para el país y para el bloque regional.