El barrio de Las Moreras ha vivido este viernes una tensa calma tras el incendio ocurrido el día anterior en una vivienda de la calle Músico Juan de la Encina, que se cobró la vida de una persona. Este es el segundo suceso de estas características en apenas mes y medio en la zona, después de que otro hombre falleciera en el incendio de su domicilio en la cercana avenida Tenor Pedro La Virgen.
En uno de los bares situados junto al edificio afectado, Rafael Navarro, vecino de la planta superior al lugar del desastre, narra con crudeza cómo vivió aquella angustiosa tarde: “Estuve cuatro horas encerrado en el balcón mientras todo ardía debajo de mí”.
Un incendio no intencionado
En la mañana del día siguiente, agentes de la Policía Científica han accedido a la vivienda, propiedad de la Junta de Andalucía (Avra) y ubicada en la primera planta, para recabar pruebas que permitan determinar el origen del fuego. Aunque las primeras indagaciones descartan que fuera intencionado, fuentes cercanas a la investigación y testimonios de vecinos apuntan a que las llamas podrían haberse iniciado en un brasero situado en el cuarto de baño.
Navarro describe cómo el fuego se propagó con una rapidez devastadora, dejándole atrapado en el balcón para respirar entre el humo y mientras los Bomberos le pedían que no intentara salir por su cuenta. “Estuve allí hasta las 19.00 horas, cuando los bomberos me dieron permiso para bajar. Todo comenzó a las 15.15, fueron horas de verdadero miedo e incertidumbre”, relata. Con tristeza, recuerda que la víctima llevaba un tiempo encamada, “es una pena que todo haya terminado así. Por suerte, su mujer fue rescatada por un vecino”.
Momentos de angustia en la comunidad
María del Mar Ponferrada, pareja de Navarro, no se encontraba en casa en el momento del incendio, y sus hijos seguían en el colegio. “Podría haber sido todo mucho peor”, asegura con alivio. Tanto su vivienda como la del fallecido han resultado ser las más afectadas por el fuego. Las paredes y techos están impregnados de humo y un intenso olor a quemado. Los cristales del balcón se han reventado por completo y, aunque cuentan con electricidad, la familia pasó la primera noche en casa de un familiar.
En la calle, el caos y la preocupación se hicieron palpables mientras vecinos intentaban acceder al edificio, temiendo que en él se encontraran sus seres queridos. David López, residente en el tercero, relata aún con cierta tensión: “llegué del trabajo y no sabía si mi mujer y mis hijos seguían dentro”.
Por su parte, Virginia Vega, vecina de la vivienda colindante al foco del incendio, tampoco estaba en casa en el momento del desastre, ya que había salido a recoger a su hija, que tiene TEA, del colegio. Aunque su hogar ha sufrido menos daños, el impacto emocional ha sido significativo. “Desde entonces, cada vez que entramos a una casa, se tapa los oídos pensando que habrá una explosión”, comenta con la voz entrecortada.
Bocas de agua inutilizadas
La asociación vecinal La Palabra ha expresado su malestar con el Ayuntamiento de Córdoba y los Bomberos por las dificultades que enfrentaron para sofocar las llamas. Según denuncian en un comunicado, las bocas de agua del barrio no funcionaban. “Los bomberos llegaron con poca agua y, al encontrar la boca inutilizada, tuvieron que desplazarse hasta las inmediaciones del Carrefour para abastecerse, perdiendo un tiempo crucial”, señalan.
El colectivo culpa a la administración local y a la empresa municipal Emacsa, a quienes acusan de “desidia y abandono total del barrio”.