Las listas de propósitos de año nuevo suelen incluir eso de pasar menos tiempo con el móvil. Es algo que preocupa, sobre todo, en el caso de los y las menores, tanto a sus progenitores y al profesorado, como a la sociedad en general o a ellos mismos.
Este es uno de los mensajes que deja una investigación de la Fundación Orange y Save the Children, en colaboración con GAD3, para comprender mejor los riesgos y desafíos a los que se enfrentan la infancia y la adolescencia en esta nueva era digital. De esta forma, han visto, por ejemplo, que el 93% de los adolescentes reconoce que debería cambiar sus hábitos actuales de uso de la tecnología. Más de la mitad (54%) hablan de reducir el tiempo de conexión.
Además, el 39% quiere dedicarle más tiempo al deporte; mientras que el 37% habla de no creerse todo lo que ve en redes. Otro 34% tiene como objetivo no dormir con el móvil cerca, y el 31% hacer más cosas con sus amigos y amigas en un entorno físico y no digital. Es decir, relacionarse como venían haciendo las generaciones anteriores.
Madres y padres usan más el móvil
El estudio Infancia y adolescencia en entornos digitales se ha desarrollado en varias fases e incluye las perspectivas extraídas de las conversaciones con 17 expertos y de más de 2.500 entrevistas a padres y madres, adolescentes, profesores y población general. «El entorno digital es un espacio de oportunidad, pero también de desafío. Es el lugar donde se desarrolla entre el 25 y un 30 por ciento de la vida», ha señalado Andrés Conde, director general de Save the Children, durante la presentación este lunes.
El trabajo muestra que el 14% de adolescentes cree que sus progenitores usan el móvil o las plataformas digitales más que ellos, con una media de entre cuatro y cinco horas al día. Y, en este mismo sentido, algunos padres y madres admiten que, en ocasiones son un mal ejemplo frente a sus hijos e hijas en cuanto a hábitos de uso de la tecnología.
Todos tienen razón: el estudio muestra que los adultos usan bastante más las pantallas que la juventud. Por eso, los expertos participantes en el informe inciden en que habría que reflexionar sobre el propio comportamiento: es difícil «fomentar un uso consciente y saludable en la infancia y la adolescencia sin un ejemplo coherente por parte de sus familias».
¿Cómo se puede hacer esto? Adoptando límites y hábitos equilibrados. Eso, indican, no solo beneficia a los adultos respecto al uso que ellos mismos hacen, sino que también «contribuye a educar a la infancia y la adolescencia desde lo cotidiano». «Por primera vez en la historia de la humanidad, no podemos enseñar a nuestros hijos a caminar por un camino que hayamos transitado antes», ha recalcado Narciso Michavila, presidente de GAD3. Por eso, llaman a «todos los adultos a sensibilizarnos».
Consejos
Entre estos consejos que propone los expertos que han trabajado en el informe, destacan la necesidad de hacer algunos cambios en los hábitos digitales en la familia, tanto por parte de madres y padres como de los propios adolescentes.
En este sentido, Conde habla de definir horarios de uso y limitación de tiempos, fomentar la desconexión digital con actividades analógicas o no utilizar los dispositivos como «chupete tecnológico», es decir, para evitar gestionar situaciones complicadas.
También pone de relieve la necesidad de reflexionar sobre la privacidad de la infancia y adolescencia, tanto en lo que se refiere a los datos compartidos por los padres (sharenting) como en los expuestos por los jóvenes en sus redes sociales.
Sobre el control parental, el informe destaca que el 57% de los y las adolescentes saben cómo saltárselo, así que no queda otra que formarse y apostar por otras medidas para acompañarlo.
Soluciones
Los expertos de la Fundación Orange y Save the Children indican que las soluciones técnicas para proteger a la infancia deben estar enfocadas al cuidado de la persona, con independencia del dispositivo de conexión. Estas soluciones ya son capaces de asegurar el bloqueo de determinados contenidos nocivos, tanto para aplicaciones como para páginas web. Con todo, indican que se necesita seguir avanzando y perfeccionando aspectos como los sistemas de verificación de la edad y el etiquetado de contenidos, y que la aplicación de medidas de control debe estar siempre adaptada a la edad y/o madurez de los niños y niñas. Es la forma de respetar sus derechos. Además, recuerdan que estas medidas nunca deben sustituir a un acompañamiento y diálogo por parte de las familias.