Primer día de una nueva era en Siria tras 13 años de guerra civil y medio siglo de régimen de Al-Asad. Decenas de personas, en su gran mayoría hombres, han salido a las calles de Damasco para celebrarlo pasado el toque de queda. Cánticos, disparos al aire y mucha emoción desbordada. Siria convertida en una fiesta plagada de signos de victoria y dedos en alto. Fotos con la nueva bandera, la de la franja verde arriba, la bandera de la independencia de los rebeldes que se han hecho con el poder. De su actuación en los próximos días va a depender que países como el Reino Unido dejen de considerar a los islamistas como grupo terrorista por sus pasados vínculos con Al Qaeda. En principio han asegurado que van a optar por la moderación. El reto es grande: islamistas, laicos y kurdos van a tener que ponerse de acuerdo, pero la euforia hoy es inmensa. Miles de refugiados sirios están regresando desde Jordania, en el sur, o en el norte desde Turquía, donde el régimen de Erdogan puede jugar ahora un papel clave en el futuro de Siria y de todo Oriente Próximo.