El Coto Córdoba Baloncesto vive una noche negra ante el Albacete

No fue la noche para el Coto Córdoba Baloncesto. No tuvo lo que había que tener para ganar en Albacete, donde echó de menos a los ausentes. A aquellos a los que abrió la puerta -los pívots Scekic y Sanogo, que esperan sustituto en breve- y a los que se le cayeron por lesión: el base Nixon, que sigue recuperándose, y el escolta Del Pino, que no viajó a última hora. Con ocho disponibles, el equipo de Alfredo Gálvez hizo lo que buenamente pudo. El Albacete, necesitado, vio la oportunidad y no tuvo clemencia. Encontró su ritmo, contó con sus líderes naturales y manejó la situación. Todo lo contrario que un Coto Córdoba que vio muy pronto cómo se disipaban sus expectativas de sacar algo positivo del pabellón de El Parque. Si acaso, la certeza de que debe contar con refuerzos de inmediato para mantener el nivel en el Grupo Oeste de la Segunda FEB.

Fogosidad sin acierto

La puesta en escena fue intensa, casi despiadada en defensa. Muchas manos, imprecisiones, nervios… Los locales tardaron más de tres minutos en hacer su primera canasta en juego y vieron a su pívot Bamba Fall cargado con dos faltas en menos de dos minutos. El Coto exprimía sus fuerzas para ir por delante (3-5), también con un duro coste para convertir puntos y con una exigencia extra por la lista de bajas. El esfuerzo era necesario para sostener el pulso, pero también tenía un punto suicida por lo corto de los efectivos. El desafío era mayúsculo para el conjunto de Alfredo Gálvez, que volvía a un lugar conocido en la pista manchega. No había lugar para sentimentalismos, por descontado, en una noche de lo más exigente para un desguarnecido Coto Córdoba. Ocho jugadores disponibles. Una odisea.

Tras un tiempo muerto, un triple de Harris llevó a los anfitriones a su primera ventaja (8-7). Alo Marín estiró la renta de un Albacete que se aferró al talento en la dirección del joven Pablo Sánchez. El Coto trataba de no desengancharse y para ello tuvo que multiplicar funciones, con Del Águila como hombre clave, El duelo era un intercambio de golpes, con los blanquiverdes muy implicados -con extrema fogosidad en ciertos casos- en que aquello no se les fuera de las manos. El primer cuarto concluyó con 15-12.

El retorno del Albacete fue potente. Con el portugués Amiel como estilete se puso con 19-12, forzando a un tiempo muerto de Gálvez. Le costaba al Coto anotar fuera y dentro. Los triples no entraban y las rotaciones eran necesariamente cortas. Había incomodidad en la pista, pero también un tremendo corazón para tirar de las armas de las que disponía. El Albacete se fue con un 23-13 después del cuarto triple de los manchegos. La cuesta se empinaba para un equipo cordobés que estaba claramente fuera del guion, con poca fluidez y muchos errores en los tiros libres. Una técnica al banquillo propició un 32-20, dibujando un panorama más que preocupante para un Coto desdibujado, que se marchó al intermedio con una desventaja de diez puntos (34-24).

Errores permanentes

Con una lista de tareas por hacer y un arsenal ofensivo atascado -Mushila no encontraba aro-, el Coto Córdoba se plantó en la cancha con la idea de fabricarse una opción. La buscó en el lanzamiento lejano, uno de sus argumentos más convincentes en los días normales… pero este no lo era en absoluto. Bamba Fall reventó la zona en el arranque y el Albacete se fue con un 38-24. La diferencia no era abismal, pero el nivel de acierto del Coto era desolador. Todo lo contrario que el del veterano Alo Marín. El alero de San Fernando enchufó un par de triples para poner el marcador en un 46-29 que dio alas a los manchegos y laminó las esperanzas del Córdoba (50-37).

El Albacete, nervioso ante su éxito inesperado -no está habituado a marcadores favorables de este calibre-, perdió un poco el sitio y empezó a tomar decisiones alocadas. El Coto, consciente de su situación, trató de pelearlo hasta el fin más por razones de orgullo personal que por opciones reales de remontada. Pero no le salió nada. El grupo se deshilachó y el Albacete se ensañó (60-41) para hacer más daño a un adversario que no tenía nada que oponer. 

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