«Ande, ande, ande… La Marimorena»: la taberna madrileña que inspiró el villancico que hace la competencia a Mariah Carey

Las únicas capaces de plantar cara a Mariah Carey han sido Ariana Grande, Pentatonix, Justin Bieber y Brenda Lee. Ésta es la última artista que le ha logrado arrebatarle el número 1 tras décadas de reinado. Ocurrió en 2023, gracias al clásico Rockin’ Around The Christmas Tree. Sin embargo, el hito duró poco. Al año siguiente, ha recuperado su corona: All I Want For Christmas Is You no sólo se convirtió en el primer villancico en liderar la lista Billboard Hot 100, es el himno de la Navidad. Y, como tal, otra vez, ha reventado las estadísticas. En España, en cambio, hay otras canciones que suelen hacerle la competencia. La mayoría de épocas pasadas que sobreviven como pueden entre polvorones y turrones. De algunas apenas se conoce su origen, como La Marimorena. Y, oye, en este caso, la intrahistoria da más juego que Carey: una pelea en una taberna de Madrid.

Todo se remonta a 1579, cuando lo habitual era encontrar a cientos de personas en las afueras de la capital para vender sus productos. Lo hacían en la Cava Baja, una vez pasada la Puerta del Dragón. Como se puede observar incluso hoy, multitud de posadas y tabernas salpicaban la zona. El ambiente era propicio para comerciar con productos cultivados en las proximidades. Se regateaban y se intercambiaban con picaresca, siempre buscando el mejor negocio. Una de las tascas más populares para cerrarlos era la que regentaba Alonso de Zayas. ¿El motivo? El vino. Ninguna otra se acercaba a la calidad de sus caldos.

Entorno del Mercado de San Miguel en Madrid. / ALBA VIGARAY

De hecho, tal era su popularidad que había quien se los disputaba como si de una conquista se tratase. El alcohol tampoco ayudaba, claro. Una noche, a altas horas de la madrugada, un grupo de soldados se ofendió al descubrir que sus chatos eran de peor calidad. Como era de esperar, el dueño contaba con dos tipos de vino: por un lado, el reserva, bueno, destinado a las clases altas; y, por otro, el peleón, regulero, reservado para el resto. A ellos, les tocó el segundo. Y, en cuestión de minutos, se desató una trifulca de grandes dimensiones: gritos, insultos, golpes… La tensión fue tal que llegaron a las manos en plena calle. Una contienda que atrajo a otros tantos borrachos de los mesones colindantes. Ahora bien, la persona que más la avivó fue la esposa de Alonso: se llamaba María Morena, de gran temperamento.

Ambos, junto a un puñado de vecinos, acabaron arrestados y convocados para un juicio en el que se valoraron moratones, roturas y arañazos. También alguna que otra pérdida material, sin olvidar el destrozo público. Aunque se desconoce el veredicto, desde entonces se ha acuñado una expresión popular para hacer referencia a broncas acaloradas como ésta: “Armar la marimorena”. Poco a poco, se fue instalando en el acervo cultural hasta el punto de que la Real Academia Española la incorporó a su diccionario. Según la institución, se entiende como tal “la situación confusa y ruidosa provocada por personas que riñen”.

¿El apodo de la Virgen?

Dos siglos después apareció el famoso villancico, en el que literalmente se dice: “Ande, ande, ande La Marimonera. Ande, ande, ande que ya es Nochebuena”. La pregunta es si la referencia que aquí se canta se corresponde con aquella disputa. “Si bien no existen datos que lo corroboren, es posible que la alusión sea real. No podemos perder de vista que la palabra marimorena significa virgen morena, lo cual podría darle otro sentido a la letra. Lejos de la creencia popular, no se trata de representaciones africanas en las que se han utilizado materiales oscuros. Sencillamente, se han oscurecido. Es cierto que hay quien las considera una versión pagana para adorar a diosas de la fertilidad, pero la Iglesia jamás lo hubiese permitido”, relata Carlos Sánchez, historiador musical.

Trazado con los restos conservados de las murallas musulmana y cristiana en Madrid, / J. M. CASTELLANOS

¿Entonces? Lo más probable es que la canción mezclara ambas ideas: la discusión y el apodo de la Virgen, en referencia, o no, al tono de piel de la propietaria de la taberna. “No es descabellado pensar que fuera así. Al final, la cultura popular recoge muchos elementos del día a día. Y, además, conforme pasa el tiempo, si no existen registros, es probable que los límites se difuminen y los chascarillos obren a favor del relato”, continúa Sánchez. Tal vez, en el futuro, quién sabe, a aquella María Morena le podamos poner cara. Si el pueblo así lo dice, llegará un año en el que terminemos por creérnoslo. Y tampoco pasará nada.  

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