QUITO (AP) — Por segundo año consecutivo, los ecuatorianos llegan a las celebraciones navideñas con una promesa oficial de que sí tendrán luz para las fiestas, pese a haber padecido en los meses previos prolongados cortes de energía que obstaculizaron la actividad laboral y productiva nacional.
“Hemos cumplido”, dijo el viernes la ministra de Energía encargada, Inés Manzano.
El gobierno de Daniel Noboa se había comprometido a suspender desde el 20 de diciembre el racionamiento de electricidad —de hasta 14 horas diarias— para que los ciudadanos pudieran pasar la Navidad y las fiestas de fin de año sin interrupciones. Horas después, atribuyeron a una falla que, de nuevo, hubiera hogares y negocios sin energía.
Un escenario similar se vivió en 2023. El entonces presidente Guillermo Lasso (2021-2023) dejó el poder a final de año, tras meses de cortes que culminaron, asimismo, al llegar las celebraciones de diciembre.
En ambos periodos, los expertos y gremios del sector productivo pusieron el foco en la incertidumbre a futuro y en los perjuicios a la actividad económica del país: si el racionamiento eléctrico está causado por un déficit en la generación de energía y una persistente sequía, ¿cómo hacen las autoridades para garantizar que haya luz en Navidad y no el resto de año?
«No se puede sacrificar la producción y el empleo por cumplir una promesa inviable «, reprochó el expresidente de la Cámara de Comercio de Quito, Patricio Alarcón, consciente de que la suspensión de los cortes de luz en la última quincena de diciembre no beneficiaba a siete industrias, que seguirían con racionamiento.
El también empresario advirtió que la contradicción entre la decisión del gobierno y la realidad del sector eléctrico ecuatoriano generará un costo demasiado alto y que están en juego la productividad del país, la competitividad de las empresas por los costos que deben asumir y la reducción del volumen de ventas que repercutirá en despidos.
Según el Ministerio de Trabajo, hasta octubre 3.647 personas perdieron su empleo por el cierre de negocios o disminución de productividad.
Para el catedrático de la Universidad Andina, Hernán Reyes, la decisión del presidente Noboa lleva implícito un “cálculo político”, que busca aprovechar las fechas navideñas previas a la campaña electoral y en las que aflora la sensibilidad ciudadana para “evitar la indignación hacia el gobierno”, dijo a The Associated Press.
Noboa, que asumió el poder hace un año para completar el mandato que Lasso dejó inconcluso al adelantar elecciones por una crisis política, busca la reelección en los comicios de febrero.
Inició su administración con el desafío de combatir la inseguridad y en enero enfrentó la fuga de la cárcel del líder de una de las bandas criminales más peligrosas del país —aún sigue prófugo— y la toma en vivo de un canal de televisión por parte de un grupo de encapuchados armados.
Pero la crisis energética «es uno de los problemas más graves que ha enfrentado el gobernante», señaló Reyes, debido a las pérdidas económicas que han sufrido los negocios y la afectación en la vida familiar, el sector educativo, la salud y otros. «Se está jugando un capital electoral».
Los apagones le pasaron factura “a la figura personal del presidente candidato”, junto a un sentimiento de “hartazgo”, consideró el catedrático de la Universidad Internacional SEK, Esteban Ron, por lo que ahora apuesta a una “reivindicación social señalando que está luchando por el pueblo” versus el sector industrial, dijo.
Cuando Noboa anunció que en diciembre terminarían los cortes de luz, defendió que su gobierno ha hecho todo lo necesario para que, “independientemente de las condiciones climáticas que nos afecten en el futuro, ésta sea la última crisis energética”.
No obstante, especialistas del sector sostienen que el problema no ha terminado y podría extenderse a 2025 porque el déficit de generación eléctrica de 1.800 megavatios sigue sin solventarse y sugieren que los apagones deberían mantenerse el resto de este año.
Las autoridades atribuyen el problema a una sequía que forzó la paralización de centrales hidroeléctricas, de las que se abastece el país. «No hemos salido de la condición de estiaje (sequía) y tampoco se han incrementado sustancialmente las fuentes de generación de energía», aseguró a la AP el presidente del Colegio de Ingenieros Eléctricos, Marco Acuña.
Menciona, por ejemplo, que las centrales termoeléctricas —aunque tienen una capacidad instalada para generar 2.100 megavatios— apenas producen entre 600 y 800 megavatios debido a daños en los equipos, falta de motores y combustible y hasta obsolescencia de las máquinas. Tampoco los 420 megavatios que Colombia provee a Ecuador alcanzan para zanjar la brecha.
Acuña afirmó que el problema requerirá medidas profundas para superarse y no descartó que los apagones vuelvan tras las fiestas.
Apartados del debate sobre si el fin de los apagones es técnico o político, los ciudadanos anhelan que los cortes terminen. Pablo Parra, un comerciante de 34 años que vende adornos navideños, luces y árboles, espera que “la gente vuelva con el mismo ánimo de antes a comprar la cosas”.