El pasado 25 de diciembre nos dejó, de manera inesperada, Carmen Barceló Torres, catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Valencia y una de las grandes arabistas de nuestro país. Carmen ha sido una persona bondadosa, inteligente, leal y generosa, y además, una inmensa epigrafista a la que Córdoba debe mucho y desde hace muchos años.
A mediados de la década de los ochenta se incorporó, junto con su compañera, la profesora Ana Labarta, al recién creado Departamento de Árabe de la Universidad de Córdoba, del que fue también profesor Manuel Ocaña, maestro de una generación de epigrafistas reconocidos en el arabismo internacional. Fue en ese momento cuando comenzó su relación con la arqueología cordobesa, una vinculación que se ha mantenido a lo largo de su vida a pesar de su temprano traslado a Valencia, tal vez porque en Córdoba no supimos retenerla.
También en ese tiempo cuajó entre nosotros una sólida amistad personal, que se entrelazó con su compromiso con el conocimiento y la recuperación de Medina Azahara. Carmen Barceló formó parte de la Comisión Técnica del Conjunto Arqueológico de forma ininterrumpida desde su constitución en 1987 hasta 2013. En todos esos años tuvimos la suerte de contar con su asesoramiento permanente y su opinión cualificada y siempre coherente sobre todos los temas que se plantearon, contribuyendo así a mejorar la compleja gestión de un sitio que iniciaba su crecimiento y desarrollo. A esta faceta se sumaron otras relacionadas con la difusión y es que siempre se mostró dispuesta a participar en las diversas actividades organizadas por la institución que implicaban hacer partícipe a la ciudadanía de su sabiduría sobre el monumento.
En la vertiente estrictamente académica su aportación al conocimiento de Córdoba y de Medina Azahara ha sido muy importante. Son innumerables sus trabajos científicos en los que abordó la cultura material andalusí y su historia, especialmente del emirato y el califato, con aportaciones fundamentales como la recopilación y puesta al día de las fuentes escritas árabes sobre la ciudad califal, junto con A. Labarta, que sigue siendo una investigación de referencia. En estos trabajos han quedado recogidos un sinfín de materiales arqueológicos de Córdoba -de la propia ciudad, de sus arrabales, de sus museos…- que fueron leídos y explicados con su habitual profundidad intelectual y su extraordinaria generosidad hacia quien le demandaba ayuda.
Y así, a lo largo de este camino, Carmen Barceló fue generando el cariño y respeto de varias generaciones de arqueólogos cordobeses y de toda España que hoy lloramos, con desconsuelo, su ausencia. Un beso muy fuerte, amiga.