Fue minucioso el planeamiento del ataque en Nueva Orleans. Shamsud-Din Jabbar, el autor del atropello masivo perpetrado en año nuevo en la ciudad norteamericana, trató de que un incendio destruyera rastros que pudieran llevar a él a la policía, según las primeras conclusiones del FBI, comunicadas la pasada noche por esa agencia federal de investigación.
Pasadas las cinco de la mañana del 1 de enero, cuando toda la atención de las fuerzas de seguridad de la ciudad estaban centradas en la matanza en Bourbon Street y en el tiroteo posterior entre el terrorista y la policía en el que el atacante resultó muerto, el Departamento de Bomberos de Nueva Orleans tuvo que enviar un camión para responder a un incendio en una vivienda de la calle Mandeville.
El lugar donde se habían iniciado unas llamas resultó ser la última residencia utilizada por Jabbar, que no es la principal -también registrada- que el exmilitar tenía en Houston (Texas), sino el lugar que utilizó como base para organizar su ataque.
El FBI ha determinado que el asesino había preparado el incendio. Según ha desvelado la agencia, Jabbar colocó acelerantes del fuego en diversas estancias y pasillos de la vivienda. Los investigadores creen que esa planificación respondía a un intento por destruir pruebas. Pero a Jabbar le salió mal: el fuego se extinguió solo, quemando únicamente una de las habitaciones en las que había colocado material inflamable.
Los investigadores han podido recoger en la residencia de Mandeville Street un silenciador para rifle que se había fabricado Jabbar artesanalmente, así como diversos tipos de precursores para componer artefactos explosivos.
Trampas en la calle
Esos precursores están también en la composición de las dos bombas que Jabbar colocó en Bourbon Street. Un transmisor de radio para activar esos artefactos explosivos improvisados fue encontrado por los investigadores en la furgoneta pickup que utilizó el terrorista en el atropello. Junto al transmisor había otras dos armas de fuego que llevaba el atacante, y que aparecieron entre un nutrido grupo de casquillos de bala, fruto de los disparos que Jabbar hizo contra la multitud que huía en ese momento y contra los agentes de policía de Nueva Orleans que lo acometían.
El FBI, la agencia cuya continuidad está amenazada por los planes de reducción de gasto público en la inminente llegada de la administración Trump, ha incorporado 200 agentes a los trabajos de análisis de las pruebas recopiladas, que se llevan a cabo en diversas oficinas de Estados Unidos. Son «casi 1.000» elementos de prueba y rastreo, según ha publicado la dirección de la investigación, recogidas en las 48 horas siguientes a la comisión del atropello.
La investigación comprende, también, una evaluación de los daños sufridos por 35 personas heridas. No es una cifra cerrada, como sí lo está la de los 14 muertos en el ataque: el FBI cree que aumentará la lista de heridos según acudan personas a los hospitales o a las oficinas de la agencia en Luisiana para declarar daños y secuelas.