Detenidos e imputados por graves delitos como abuso de armas, lesiones, violación de domicilio y privación ilegítima de la libertad. Además, quedaron en situación pasiva, por lo menos, por seis meses.
Esa es la situación por ahora de una mujer y de un hombre, ambos efectivos de la Policía de la Provincia de Córdoba, que se vieron involucrados el pasado domingo en un grave episodio en barrio Guiñazú Sur de la Capital: creyendo que perseguían a ladrones, los efectivos reventaron a patadas la puerta de una casa, golpearon a jóvenes y, en el forcejeo, llegaron a efectuar al menos dos disparos con armas reglamentarias.
Los impactos dieron en muebles de la vivienda y, por poco, no alcanzaron a ninguna persona.
Los policías, ambos de civil, creían que perseguían ladrones, pero en realidad se metieron por la fuerza en la casa de uno de una familia. En una primera lectura a simple vista, uno podría pensar en un “blooper” policial. Nada más lejos de la realidad.
“Les pasó por comedidos. Estaban en un festejo familiar y creyeron que había ladrones en una casa. En vez de llamar al 911, se mandaron e hicieron lo que hicieron… Fue algo grave. Delicado. Pudo haber sido una tragedia”, comentó una alta fuente oficial.
Fue un grave episodio que, por fortuna, no dejó víctimas, aunque sí daños. En paralelo, hay alta preocupación en varios despachos oficiales, tanto de la Policía como del área de Seguridad, por lo sucedido.
Además, vuelve a dejar en evidencia la necesidad de profundizar los controles internos y las capacitaciones para los uniformados.
El año pasado, hasta octubre, hubo 161 pasivas contra policías envueltos en investigaciones por delitos y faltas. Si bien los informes finales no están listos, trascendidos dan cuenta de que llegaron a 200 pasivas.
En paralelo, numerosos uniformados han terminado presos e imputados por graves episodios delictivos tanto en Capital como en el interior. Por su peso, el caso más serio fue el del por entonces exsubjefe de Policía Alejandro Mercado, quien está acusado de supuesto jefe de una asociación ilícita integrada por civiles y policías y que supuestamente tenía base en la Galería Norte.
Guardias presos
En paralelo, y aunque no se reconozca en público, hay alta preocupación por la preparación de los guardias que integran y se sumarán a los distintos cuerpos de vigilancias en Capital y otras ciudades.
Es personal que supuestamente tendría que estar capacitado y bien elegido. Sin embargo, hay dos investigaciones que encendieron alarmas.
Por un lado: el año pasado fue detenido un guardia municipal de la ciudad Villa Allende involucrado en el feroz asesinato de un empresario en el marco de un asalto comando.
El vigilante está acusado de haber tenido una gravitante participación en el crimen de Gustavo Poletti, quien falleció infartado mientras estaba maniatado y era golpeado por una banda de delincuentes que le terminó robando millones de pesos.
Por otro lado, en Río Tercero, cayó un guardia sospechado de integrar una banda de municipales acusada de venta de drogas. Las dosis, supuestamente, eran comercializadas en un vehículo de seguridad ciudadana, según la causa.
Policías de civil y a los tiros
Volviendo a la Policía, el último escándalo con efectivos sucedió el domingo en barrio Guiñazú Sur, en la zona norte de la Capital cordobesa.
En un salón se desarrollaba la fiesta de cumpleaños de una abuela.
En el festejo se encontraba una pareja de policías, un sargento de 35 años y una oficial de 28. Ambos estaban de franco y disfrutaban, como los demás, de la celebración.
De pronto, alguien alertó sobre la presencia de jóvenes en actitud sospechosa y que habrían estado en el balcón y el techo de una vivienda ubicada en las inmediaciones.
Fuentes oficiales señalaron que los uniformados decidieron actuar ante la suposición que se trataba de una pandilla de ladrones.
En segundos llegaron hasta la vivienda. No está claro si dieron la voz de alto. De todos modos, si le ordenaron detenerse a los jóvenes, tampoco fue justificativo para lo que sobrevino después.
De manera decidida y sin ningún tipo de autorización judicial, el sargento reventó la puerta a patadas de la casa e ingresó arma en mano junto a la mujer policía.
Ambos dirían luego de que estaban convencidos de que seguían a ladrones que se habían metido en una vivienda por la fuerza. En la casa había unos jóvenes que se asustaron al ver la situación. Hubo golpes, empujones y malos tratos varios.
En esas circunstancias, incluso, una de las armas policiales fue disparada por uno de los efectivos al menos en dos oportunidades. Afortunadamente, los impactos no alcanzaron a nadie.
Trascendió que en medio de todo apareció la madre de uno de los jóvenes en una crisis nerviosa.
Según testigos, los policías habrían estado alcoholizados.
Alguien llamó al 911 y, a los pocos segundos, arribaron móviles identificables y con varios uniformados.
Detenciones e imputaciones
Las actuaciones fueron entregadas en la unidad judicial de la zona, desde donde se dio parte a la fiscalía.
A poco de analizar los testimonios, la fiscal Florencia Espósito dispuso detener a la pareja de policías y los acusó por violación de domicilio, abuso de armas, lesiones leves y la gravosa figura de privación ilegítima de la libertad, al tiempo que dispuso que se tomen testimonios a las víctimas. Las armas fueron secuestradas.
Concluido el fin de semana, la causa fue girada a su par, la fiscal Silvana Fernández, quien dispuso interiorizarse sobre la causa. Por ahora, se mantienen las imputaciones y se dispuso que continúen detenido.
En paralelo, en la faz administrativa, quedaron en situación pasiva por orden del Tribunal de Conducta.
Lo sucedido con estos efectivos vuelve a poner bajo la lupa las capacitaciones y controles policiales.
En 2024, numerosos efectivos quedaron presos por distintos tipos de delitos como robos, encubrimientos, abuso de armas, falsedad ideológica y narcotráfico, entre otras cosas.
En paralelo, en los últimos tiempos se han visto casos de uniformados que, excediéndose en sus funciones y en actitudes delictivas, decidieron privar de su libertad de manera ilegal a jóvenes señalados por robos o secuestrar elementos robados y no informar nada ante la Justicia.
Estar de civil: ¿qué se hace?
En paralelo, fuentes oficiales explicaron que el fin de semana los efectivos que estaban en la fiesta de cumpleaños deberían haber avisado al 911 y denunciar la presunta presencia de “sospechosos” en inmediaciones de una casa y no ingresar de esa manera, con todo lo que sobrevino después.
En este sentido, trascendió que recientemente se modificó una normativa que obligaba a todo policía a reaccionar ante un supuesto hecho delictivo pese a estar de civil. En este sentido, se señala que lo conveniente es dar aviso al 911 para que actúe personal uniformado y brindar toda la información posible que sirva de ayuda.