Ana Iparraguirre: Villarruel hubiera sido la sucesión perfecta de Milei

Para Ana Iparraguirre, la disputada entre Javier Milei y Victoria Villarruel no es nueva en Argentina, y salvo con Chacho Álvarez y Fernando de la Rúa, eso no ha derivado en grandes problemas institucionales. De todas maneras, la politóloga advierte que la pelea le genera pérdidas a La Libertad Avanza porque la vice hubiera sido “la sucesión perfecta” del actual Presidente.

–¿Qué es lo que queda de la política tradicional en Milei?

–Claramente hubo un reseteo de un sistema en Argentina que estaba ordenado como kirchnerismo-antikirchnerismo. En Córdoba, había un poco de excepcionalidad con lo de Hacemos, pero era esencialmente antikirchnerista. Al día de hoy, todavía no se sabe muy bien cómo se está ordenando esto. Milei plantea un nuevo ordenamiento que es casta-no casta, donde él es “no casta” y define quién es casta. La pregunta del millón, en este momento, es si estamos viviendo un desacople del ordenamiento anterior; es decir, si la gente sale del lugar donde estaba y se va a otro por un rechazo o una situación actual, o si realmente estamos viendo un realineamiento donde, acompañado de buenos resultados en el plano económico, la gente identitariamente se queda en el lugar de La Libertad Avanza y empieza a armar un nuevo ordenamiento. Ordenamiento que ya no sería una reacción a una situación externa, sino que se produciría porque la gente realmente elige y empieza a construir en ese nuevo espacio.

–El alto apoyo a la gestión, aun con problemas económicos, es novedoso. ¿Por qué la gente sigue creyendo? ¿Qué tiene Milei?

–Hay tres factores principales. El primero es entender muy bien en qué situación estaba la sociedad cuando llegó la elección del ‘23. Era una sociedad totalmente apática, desesperanzada, que no creía que Argentina tenía futuro. Por ejemplo, tres cuartos de los jóvenes, si podían se hubieran ido del país, y más de la mitad de las personas creía que sus hijos iban a estar peor económicamente que ellos. No había visibilidad de futuro. A esas elecciones la sociedad llegó totalmente destruida, y Milei terminó siendo la última esperanza y para muchos, una sorpresa, de que hubiera una alternativa nueva en la que se pudiera depositar algo de futuro. Y dos cuestiones más: una, la autenticidad de Milei, que es uno de los valores más importantes que se ponen en juego en las elecciones, en Argentina y en otros países. A Milei le reconocen esa autenticidad. Si hacés grupos focales y preguntás qué es lo que le valoran, te dicen: “La estoy pasando muy mal, pero este señor, antes de ganar las elecciones, me dijo que la iba a pasar mal y tuvo razón. Así que ahora, cuando me dice que lo viene va a ser bueno, quizá también tenga razón”. Y el tercer punto es que hay evidencia de logros recientes. Algunos tienen que ver con la seguridad y otros, principalmente, con la baja de inflación, algo que no se termina de sentir en el bolsillo. La gente ve que las cosas empiezan a moverse en una dirección más positiva.

–¿Hay una idea de que Milei es bueno técnicamente, aunque muchas veces no comprendamos lo que dice? No se entiende, pero obtiene resultados.

–Hay una parte que es técnica en lo económico y hay otra que tiene que ver con la motivación. Le creen cuál es su motivación, le creen que no está negociando con la casta… veremos si lo puede sostener. Durante la campaña circulaba un clip, que me parecía fascinante, en el que un periodista le pregunta por qué había que creerle. Y Milei no decía lo que suelen decir los políticos, que le tenían que creer porque estaba comprometido, por su historia. No. Milei decía: “Si votás por los mismos de siempre, tenés 100% de probabilidad de que tengas los mismos resultados. Pero si votas por mí es 50-50. La probabilidad es mejor que conlos otros”.

–¿Qué implica la autenticidad de Milei para el para el resto de la política, entre el “coucheo” y las viejas formas? ¿Deberá adaptarse?

–Nada es eterno. Los estilos van cambiando y pueden ir modificándose con el tiempo. Pero esto es algo que excede a la política. Miraba, por ejemplo, la fascinación con Colapinto. No tiene que ver que que todos nos volvimos fanáticos de la F1. No. Hay algo en su forma de comunicar, en como dice las cosas, en la autenticidad con la que transmite que es muy generacional. Pensá en cómo las diferentes generaciones van cambiando la forma de comunicarse en redes sociales. Mientras los millennials son más de la selfie perfecta con filtro, las generaciones posteriores son más de la autenticidad, de mostrarse como son, con una foto que no está trucada y sin mucho filtro. Que se que se vea lo bueno y lo malo. Valoran también eso en la persona que los representa. Eso nos lleva a todos, y también al sistema político, a repensar qué es lo que comunica. En el caso de Milei no tuvo que hacer un esfuerzo para hacerlo. Él es eso. Recordemos a Macri, que llegó al final de su campaña electoral en 2015 diciendo dos cosas que, estoy convencida, no creía: “No vamos a bajar los planes sociales y no vamos a privatizar Aerolíneas Argentinas”. ¿Por qué lo dijo? Porque la sociedad no estaba lista para escuchar otra cosa y él se tenía que amoldar. A Milei le ocurrió un fenómeno muy diferente. Venía por un camino, solo, diciendo algo totalmente controversial con lo que nadie acordaba, y de repente la sociedad converge hacia el camino por el que venía, sin que él tuviera que cambiar o amoldarse para canalizar esa ola.

Victoria Villarruel y Javier Milei. (La Voz)

–En el caso de Ficha Limpia, la sociedad cuestionó que no hubiera una ley. Y entonces, el Gobierno dijo que trabajaría para que haya. ¿Hubo ahí un Milei menos auténtico?

–Una cosa común a los fenómenos de derecha populista, como Milei, Bolsonaro o Trump es que nunca piden disculpas. Es algo muy del estilo de este tipo de liderazgos muy fuertes. Pero además, hay una diferencia muy grande con el tema de la transparencia y de la lucha anticorrupción, incluso del antikirchnerismo, que es un tema más de Cambiemos, pero que nunca fue de Milei. Para él, el tema de campaña fueron los privilegios, que es algo muy diferente a la transparencia o a la corrupción, aunque sean primos hermanos. En ese sentido, el problema para Milei en el caso de la caída de Ficha Limpia no fue tanto no haber conseguido una herramienta que garantizara más transparencia, sino más bien la percepción de haber transado con la casta para mantener los privilegios de algunos.

La relación con Villarruel

–¿Qué implicancias puede tener una mala relación, o una ruptura con la vicepresidenta? En este caso, Victoria Villarruel, que tracciona apoyo.

–Ellos tenían una complementariedad casi perfecta, porque Milei traía la pata más radical, más libertaria al espacio, y ella el conservadurismo, el peronismo conservador. Además, tenían una complementariedad de estilos. Ella hubiera sido la sucesión perfecta. A ver… Si hoy mirás la foto del país, estamos en medio de una guerra y nos tienen que amputar la pierna. Y la gente dice: “Amputame, no me pongas anestesia”. Pero cuando pase la guerra y todo se calme, muchos dirán: “¿Por qué no me pusiste anestesia?, ¿por qué me cortaste toda la pierna y no la mitad?”. Ella lo complementaba en toda su violencia verbal, porque era un Milei con el mismo coraje y el mismo ímpetu, pero con buenas formas. Así, podría haber sido la sucesión cuando la gente quisiera un Milei con buenos modales. Cuando pase la crisis económica. Ahora bien, que tengan un conflicto está casi en la naturaleza argentina, no es una sorpresa. En general, y salvo con Chacho Álvarez, eso no ha derivado en grandes problemas institucionales. A no ser que se produzca una crisis social muy profunda y en ese caso, con la debilidad institucional que tiene Milei en el Congreso, obviamente podría ser un problema.

–¿No está perjudicando la imagen de ninguno de los dos el enfrentamiento?

–A ninguno de los dos. A la gente tiende a molestarle más esta pelea cuando ve debilidad en el Presidente. Pero no si tenés un Presidente fuerte que está liderando y marcando hacia dónde quiere ir, como es el caso de Milei… Otra cosa es el conflicto cuando hay uno débil y el vice le está entrando por abajo. Fue el caso de De la Rúa o de Alberto Fernández, pero no el de Kirchner con Scioli.

El rol de Llaryora

–¿Qué rol tienen hoy gobernadores como Llaryora, que son más cercanos a Milei? ¿Van a terminar confluyendo?

–El peronismo cordobés es experto en esto, porque en la época de Cambiemos también tuvo un Macri que medía muy bien en Córdoba, muy fuerte, y jugó el rol de apoyar y ser crítico al mismo tiempo. Con Milei es un poquito más difícil por la voracidad y porque verbalmente… bueno, lo dijo él: “No se puede negociar con lo malo”. Con Milei no hay grises. ¿Qué es lo que van a hacer los gobernadores? Lo que siempre hicieron, y lo hicieron muy bien: esperarlo. No van a ir a confrontar fuertemente en el momento en el que Milei está fuerte. Van a tratar de replegarse en su provincia. Hoy tenés muchos gobernadores de primer término que están empezando. En el caso de Córdoba, hay un PJ que ya viene de muchas gestiones, pero Llaryora por primera vez es gobernador. Y tiene para ocho años si quisiera. Lo mismo en Santa Fe con Pullaro. Van a tratar de defender su territorio antes que ir a haceruna pelea más grande.

Futuro. Los gobernadores Martín Llaryora y santafesino Maximiliano Pullaro son dirigentes que pueden tener injerencia en el escenario nacional. (La Voz / Archivo)

–¿Cómo sigue en un escenario polarizado? El cordobesismo intenta ir por el medio. ¿Cómo se ubica en la oferta electoral en 2025?

–Tenía un gran maestro que decía que uno no vota por lo que quiere, sino por lo que puede. Querés votar por ciertas características, pero si no las tenés, hay que elegir entre las boletas que hay. Hoy, en el juego de presión y gestión no pareciera que Córdoba lo está haciendo mal. Además, tenés un tercio de gente que no se siente representada por las opciones que tiene. El kirchnerismo tiene un fuerte rechazo, pero la gente no necesariamente es anti-kirchnerista porque no lo siente como una amenaza. Hoy Cristina Kirchner, de ser aquella líder todo poderosa, pasó a ser una candidata a diputada que recorre el conurbano, limitada a esa región específica, porque ni siquiera es toda la provincia de Buenos Aires. La gente no se siente amenazada por eso y está buscando otra opción. Repito: estamos con las bombas cayéndonos alrededor. Cuando todo eso se aplaque va a ser momento para empezar a pensar cuál es el nuevo ordenamiento. Y si no hay una alternativa en esa oferta electoral, vamos a una elección que será un plebiscito de la gestión de Milei.

–El peronismo que lidera Cristina, ¿es uno o son muchos? ¿Hay otras versiones?

–Cristina es hoy la líder del kirchnerismo. Y cortá ahí… Y hay que ver si es la líder. Estoy convencida de que hoy no puede nominar a un candidato, no digo a presidente, sino a senador con un tuit como hizo con Alberto. Eso es impensado. Es otro momento histórico. Volviendo al peronismo cordobés, hoy en Argentina, tenés una mayoría que es conservadora en lo económico, que quiere equilibrio fiscal, cuentas públicas ordenadas, y menos Estado. Y al mismo tiempo, una mayoría que es progresista en lo social: quiere educación y salud pública, y que cuiden a los que menos tienen. En ese contexto, el PJ cordobés está bastante bien posicionado. Porque es un poco la conciencia social del peronismo con una economía más o menos ordenada, y cierto respeto a las instituciones.

–¿Cómo ve al radicalismo? ¿Hay chances de que se presente en solitario?

–¿Qué radicalismo? Porque hay muchos. Hoy es una carrera de obstáculos, y querer sobrepasarlos te lleva a una pelea para tratar de retener alrededor de 8% del electorado, pero te inhibe de dar la pelea grande. Lo que estamos viendo es una disociación total entre lo que representan los partidos políticos, o lo que creen representar, y lo que ve la sociedad. El que quiera liderar esto tiene que pensar muchísimo más allá de la UCR. El radicalismo será una parte, pero tienen que ir por una opción electoral, por una definición de la elección que les convenga y que pueda atraer muchos más votos que en solitario.

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