Croacia se entrega al soberanismo populista

En mayo fue el turno del actual primer ministro croata, Andrej Plenković, que —tras ganar las elecciones— fraguó un pacto donde los conservadores de HDZ lograron formar Gobierno solo gracias a la incorporación de la ultraderecha. Y lo último es ahora la victoria del presidente saliente Zoran Milanović, un político que llegó primero a la presidencia croata (era 2020) como un político moderado y de centroizquierda, pero que últimamente viene deslizándose hacia el euroescepticismo y que, con ese bagaje, ganó las elecciones presidenciales de este domingo con más del 74% de los votos, el resultado más rotundo desde que Croacia se independizó de Yugoslavia (1991).

El caso de Milanović es emblemático. Exintegrante del socialdemócrata SDP, partido del cual también fue presidente por nueve años (hasta 2016), abandonó esa formación (de claro signo proeuropeísta) en 2020 y, desde entonces, ha multiplicado los mensajes populistas y soberanistas en su discurso, en una clara caza al electorado más desencantado y socioeconómicamente golpeado del país, que hace un año y medio entró en la Eurozona y que actualmente lucha contra la inflación y una corrupción galopante.   

«Esta no es la Europa moderna en la que quiero vivir y trabajar», ha vuelto a decir el político en los últimos días. La postura de que «si no piensas como yo, eres el enemigo», equivale a «violencia mental» y «en muchos aspectos no [es] democrático», ha añadido. Unos tonos que no es la primera vez que Milanović usa y, en los últimos tiempos, le han además puesto en la mira de algunos analistas internacionales que le acusan de ser una especie de Donald Trump balcánico, el presidente electo de EEUU, lo que observadores como Hrvoje Krešić, también periodista de la televisión Nova, consideran una visión «superficial». 

Caza a los desencantados

«Creo que Milanović es más complejo. En todo caso, podríamos decir que es un soberanista que ve con malos ojos una mayor integración europea y que […] odia recibir órdenes o imposiciones de los grandes países [de la UE], y eso cosecha consenso en Croacia», añade Krešić. «Tampoco diría que es prorruso, ya que cuando le preguntaron qué haría si [el presidente de Rusia, Vladimir] Putin viajase a Croacia, respondió que pediría que lo arresten», argumenta, en declaraciones a El Periódico. 

«[Milanović] es un poco de esto y un poco de aquello, si también pensamos en la guerra que hace años libró contra los bancos del país, casi todos en manos italianas y austríacas, y que durante años aconsejaron a los croatas tomar créditos en francos suizos. A eso se debió que, cuando el franco suizo se desligó del euro, esos préstamos se dispararan, lo que dejó a muchísima gente en una situación de gravísimo endeudamiento», cuenta Krešić.

Hrvoje Zovko, presidente de la Sociedad de Periodistas de Croacia, tiene una visión similar. «Nuestro presidente recién reelegido no es un nacionalista, pero se le podría llamar populista«, afirma Zovko, al recordar también que, en lo que se refiere a política internacional, Milanović no desperdicia ocasión para recordar que el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, «es de derechas». «Con el aumento de las tensiones geopolíticas, su retórica está dirigida a aquellos votantes que se oponen a una alianza acrítica con la OTAN», algo que se remite a que, en una zona martirizada por la guerra en el pasado, «su visión a corto plazo es la de alguien que quiere mantener los buques de la OTAN lo más lejos del Adriático ya además que eso no es bueno para una economía [como la croata] que depende del turismo», argumenta Zovko. 

Sin izquierda

El telón de fondo de ello es también es la práctica desaparición de la izquierda en los lugares del poder en el país. Además de SDP —que apoyó a Milanović, pero no ha tenido candidato propio— el único partido «realmente de izquierda en el Parlamento solía ser Radnička fronta, sin embargo, su discurso no era constructivo y por eso no obtuvieron un segundo mandato. Y los partidos verdes y liberales tampoco están ofreciendo lo suficiente en las políticas ambientales», argumenta Zovko.

Una circunstancia que se suma a que en Croacia la figura del presidente, si bien tiene poderes muy limitados, es clave para un buen funcionamiento de las instituciones del país. Algo con toda probabilidad suscitará más de un lío en el futuro por la mala relación entre Milanović y el primer ministro Plenković. Un indicio de esto es que ya durante estos pasados cinco años del primer mandado de Milanović, los dos no pudieran llegar a un acuerdo para nombrar a ningún nuevo embajador. 

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