Siria implora el levantamiento de las sanciones para resucitar su economía

La diferencia es enorme, y Radwan, un sirio de Alepo, usa cada oportunidad, cada vez que viaja a Idleb, para volver con las manos llenas. La última vez que fue, explica, volvió con la cesta de la compra entera, ropa para su sobrina, una batidora para su hermana. 

«La que tenía era muy vieja, porque la compró de segunda mano, de contrabando y se había roto. En Alepo, comprar una batidora como esa, nueva, me hubiese costado el triple», explica el joven sirio, que hasta hace un mes, al vivir en las antiguas regiones controladas por el régimen de Bashar el Asad, no tenía acceso a Idleb, controlada por los rebeldes.

«En Idleb no solo todo es más barato, sino que hay muchísimos más productos, y la calidad es mucho mejor. Todo llega de la frontera turca, y ellos no han tenido ni un gobierno que robaba constantemente ni las sanciones durante todos estos años. Esa es la gran diferencia», explica Radwan. 

Las sanciones occidentales contra Siria empezaron en 1979 —en los primeros años de Hafez el Asad, el padre de Bashar, en el poder—, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos catalogó al Estado sirio como patrocinador del terrorismo, lo que limitó las importaciones y exportaciones, el comercio y la financiación internacional. 

En esta lista de países patrocinadores del terrorismo acompaña a Siria, Corea del Norte, Irán y Cuba. Este último país fue tachado de la lista la semana pasada en los últimos días de Joe Biden en la Casa Blanca. En su primer día como nuevo presidente estadounidense, sin embargo, Donald Trump volvió a poner a La Habana en este grupo. 

Durante la guerra civil

Contra Damasco, sin embargo, pesan muchas más sanciones: desde 2011 y durante toda la guerra civil, EEUU y la Unión Europea (UE) han impuesto varios paquetes de sanciones contra el anterior régimen sirio y empresarios vinculados a Asad, lo que aisló, aún más, la economía del país árabe del resto del mundo.

Todo esto, sin embargo, está cerca de cambiar. Este lunes, los ministros de Exteriores de la UE se reúnen en Bruselas para dar un primer paso y empezar un camino de levantamiento gradual de las sanciones contra el país árabe. 

Este levantamiento, que empezaría por el sector humanitario, energético y bancario sirio, estaría sujeto al respeto de Hayat Tahrir al Sham (HTS) —el grupo islamista radical que lidera el gobierno interino sirio— a las minorías y Derechos Humanos en el país árabe. La UE, según el plan de Bruselas, no eliminaría las sanciones vinculadas al comercio de armas con Siria ni a los empresarios y familiares cercanos a Asad, ahora exiliado en Moscú.

La nueva administración de Damasco, repiten por activa y por pasiva sus dirigentes, tiene un plan económico: sus líderes hablan, constantemente, de abrir la economía siria al mundo, de privatizar sectores antes controlados por el Estado —y la familia de los Asad—, de atraer cuanta más inversión extranjera mejor, ya sea de los países del Golfo como, también, de la Unión Europea y Turquía, el principal aliado de la nueva Siria. 

Estado fallido

Y, para ello, el levantamiento de sanciones no es solo clave, sino que es condición indispensable: el dinero no empezará a fluir hacia Damasco —que está en fallida y quiebra, como reconoció el primer ministro del nuevo gobierno interino sirio— hasta que las sanciones no sean eliminadas y Siria salga de su aislamiento económico internacional. 

«Hemos heredado muchos problemas del régimen de Asad, pero también hemos heredado todas estas sanciones en su contra. En el pasado, estas sanciones fueron impuestas para ayudar a la gente siria. Pero ahora están en su contra. Siria ha entrado ahora en una nueva era, y nuestra administración tan solo busca crear una nación pacífica, segura y estable. Siria ya no es ninguna amenaza para ningún país del mundo», pidió el ministro de Exteriores sirio, Asaad Hasán al Shaibani, en el Foro de Davos, en Suiza

«Ahora todo es distinto, y la vida en Alepo ha cambiado mucho —dice Radwan—. Como ya empiezan a llegar productos de Idleb, las tiendas en la ciudad están más llenas, y los precios han bajado algo. Pero no podemos esperar más. Será la segunda celebración: la primera fue cuando cayó Asad. La segunda será cuando ya no haya más sanciones».

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