«Toril, son los detalles», se mofaba el Johan Cruyff de las declaraciones del entrenador del Real Madrid. Alberto Toril, que parece vivir en una realidad paralela, ha mantenido un discurso inverosímil tras sus últimas derrotas ante el Barcelona alegando que solo las separan «los pequeños detalles». Pero el equipo azulgrana impuso el suyo sobre el césped. Con solvencia, pero sin florituras, el Barça firmó su billete a la final de la Copa de la Reina.
Pese al resultado, el Barça no estuvo cómodo en el Johan Cruyff. Con las gradas medio vacías, en parte por la eliminatoria prácticamente resuelta en la ida (0-5) y con la influencia del alto precio de las entradas, se vio medio desangelado. El partido que dio el billete para la final de la Copa de la Reina apenas lo pareció por un ambiente mundano.
Sobre el campo tampoco se vieron florituras. El Barça quiso no desgastarse en esfuerzo y pese a que achuchó a un Madrid gris tampoco necesitó su mejor versión. El primer tanto tardó en llegar, pero Patri Guijarro agujereó la red de Misa Rodríguez en el 35. Lo celebró acariciándose el escudo. Con delicadeza y cariño, reivindicando al lugar al que pertenece y del que se enorgullece de formar parte.
Si el Madrid quiere acercarse al Barça debe recorrer mucho camino para ponerse, si quisiera, mínimamente cerca. Ya no estamos hablando a nivel de resultados, donde obviamente el equipo azulgrana lleva ventaja tanto en duelos directos como en trofeos (de los cuales el club blanco no tiene ninguno en sus vitrinas). Hablamos de fútbol, de tensión competitiva y hasta de aptitudes. La plantilla con la que cuenta Alberto Toril podría mostrar mucho más nivel sobre el verde. Las jugadoras tienen calidad, pero, si desde el banquillo no se hace una gestión adecuada de los recursos, nos encontramos con un equipo anodino, sin espíritu competitivo y sin recursos tácticos.
Ni cuando iban por debajo en el marcador, el conjunto de Toril hizo amago de presionar. Se encasilló en un bloque extremadamente bajo, con la línea a escasos metros, que hizo de tapón. La idea era evitar la hemorragia, no llegar a encajar una goleada como el partido de ida. Lo evitó en el primer tiempo, pero cuando Ewa Pajor pisó el césped, se terminaron las contemplaciones. Salió y marcó. Por eso la necesita tanto este Barça. En la primera parte, las ocasiones se encallaron antes de poder materializarse. Con Pajor la primera fue para dentro.
Y la segunda. La polaca, que suma 7 goles en tan solo 3 clásicos, volvió a hacerse enorme ante la guardameta blanca. Puso el 3-0 que parecía definitivo, pero las blancas anotaron un gol ‘in extremis’ en el añadido gracias a Brunn y volvieron a colarse en la portería azulgrana 8 partidos después. Pese a eso, el billete a la final de la Copa de la Reina ya estaba firmado. El Barça espera rival, que saldrá de la eliminatoria entre Atlético de Madrid y Granada que se disputa este jueves.