A nueve meses de su asunción como presidente de Argentina, Javier Milei enfrenta un escenario de creciente desgaste en la opinión pública, evidenciado por un marcado deterioro en la valoración de su gestión. Este proceso, según datos de la consultora Opina Argentina y el politólogo Facundo Nejamkis, parece estar afectando transversalmente a diversos sectores sociales, lo que representa un reto significativo para la administración en su primer año de gobierno.
Caída en la aprobación
Desde que asumió el poder, Milei había logrado mantener una aprobación cercana al 50%, un nivel relativamente alto considerando las dificultades económicas y políticas del país. Sin embargo, en la última medición correspondiente a septiembre, la imagen positiva del gobierno cayó de 47% a 41%, una baja de 6 puntos porcentuales (pp) que marca el nivel más bajo desde el inicio de su mandato. Este descenso es especialmente notable entre los sectores que tradicionalmente le habían brindado mayor apoyo, como las mujeres, los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y, sorprendentemente, sus propios votantes en las elecciones generales.
Entre los votantes de La Libertad Avanza, la caída en la aprobación fue de 20 pp, pasando del 84% en agosto al 64% en septiembre. Este dato resulta especialmente llamativo, ya que indica que incluso entre su base electoral más fiel se está comenzando a erosionar el respaldo a la gestión. Las mujeres y los habitantes del AMBA también registran caídas significativas en la aprobación: entre las mujeres, el apoyo al gobierno cayó del 42% al 35%, mientras que en el AMBA descendió del 48% al 39%.
El impacto de las políticas
Este descontento generalizado tiene su correlato en la evaluación de las distintas áreas de gestión, todas las cuales registran un declive en los últimos meses. En particular, las políticas económicas, una de las áreas más sensibles para el electorado, experimentaron una baja de 7 pp en la valoración positiva. La economía, un área central en la plataforma de Milei, que prometió una transformación liberal y un ajuste del gasto público, está generando insatisfacción en amplios sectores, probablemente debido a la persistencia de la inflación y las dificultades para estabilizar la situación económica.
Otra área que ha sufrido una caída importante es la educación, que vio una disminución de 9 pp en su valoración positiva. La política educativa ha sido objeto de controversias, especialmente en lo que respecta al financiamiento de las universidades nacionales. En septiembre, el rechazo a la política del gobierno hacia las universidades se profundizó, alcanzando un 60%, cuando en abril apenas la mitad de la población estaba en contra. Esto coincide con un contexto de movilizaciones y protestas estudiantiles, como la que tuvo lugar en la Plaza de Mayo a principios de año, que evidencian un creciente malestar en el sector académico.
La obra pública es otra de las áreas que registró los niveles más bajos de aprobación, con solo un 25% de valoración positiva. El limitado avance en este sector y la falta de una política clara de infraestructura pública están impactando en la percepción ciudadana sobre la capacidad del gobierno para mejorar las condiciones del país en términos de desarrollo y crecimiento.
Aerolíneas y universidades
Entre los temas más debatidos en la coyuntura política reciente, la situación de Aerolíneas Argentinas y las universidades nacionales ocupan un lugar central. La discusión sobre la privatización de la aerolínea de bandera está profundamente dividida en la sociedad. Según los datos, la mitad de la población apoya la privatización, mientras que la otra mitad se opone, lo que revela un fuerte grado de polarización. Esta división es particularmente visible según el perfil del votante: el 90% de los votantes de Patricia Bullrich y el 78% de los votantes de Milei apoyan la privatización, mientras que el 90% de los votantes peronistas se opone.
En cuanto a las universidades, la percepción pública sobre las políticas del gobierno ha empeorado notablemente. El rechazo hacia la gestión del sistema universitario, que involucra recortes presupuestarios y modificaciones en la financiación, ha crecido sustancialmente. Si en abril solo la mitad de los consultados rechazaba las medidas del gobierno en este ámbito, para septiembre ese número ascendió al 60%. La caída en el apoyo a las universidades refleja el descontento con el enfoque liberal del gobierno en esta área, que prioriza una reducción del gasto público y, en algunos casos, ha planteado la posibilidad de arancelar ciertos servicios universitarios.
El rumbo del país
La percepción sobre el rumbo general del país bajo la presidencia de Milei también ha registrado un deterioro considerable. Entre mayo y septiembre, la cantidad de personas que consideran que el país va en la dirección correcta cayó del 50% al 41%, lo que refleja un aumento del pesimismo respecto al futuro. Este pesimismo es más notorio en el AMBA, donde el 65% de los habitantes considera que el país está en el camino equivocado, mientras que en el interior de Buenos Aires la visión es algo más optimista, con un 48% de los encuestados que creen que el país va en la dirección correcta.
Desgaste focalizado en la gestión
A pesar del marcado deterioro en la valoración de la gestión gubernamental, la popularidad de Javier Milei como figura política sigue relativamente estable, con niveles cercanos al 50%. Esto sugiere que el malestar creciente en la sociedad argentina parece estar más vinculado a la percepción sobre las políticas implementadas por el gobierno que a la figura personal del presidente. Milei aún conserva una base de apoyo considerable, pero la caída en la aprobación de su gestión pone de manifiesto los desafíos que enfrenta para mantener ese respaldo en un contexto de tensiones económicas, sociales y políticas cada vez más pronunciadas.
En conclusión, los primeros nueve meses del gobierno de Javier Milei han estado marcados por un desgaste notable en su imagen pública y en la valoración de su gestión, especialmente en áreas clave como la economía, la educación y la obra pública. La caída en la aprobación, particularmente entre sus propios votantes, refleja un desafío crucial para el presidente en el corto y mediano plazo, a medida que intenta equilibrar sus promesas de cambio estructural con las expectativas de una población cada vez más insatisfecha.
por R.N.
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