Thomas Drake, exanalista de la NSA e informante: «Usar los satélites de Musk en el espacio significa ceder soberanía en la tierra»

Thomas Drake (1957) se conecta por el chat de un servicio de mensajería instantánea poco común. Son las 16.01 de la tarde del día establecido para la conversación. «Es aún una de las formas más seguras de comunicación», afirma. No queda más que creerle. Drake es una especie de leyenda en la comunidad de whistleblowers, informantes que han denunciado abusos de organismos de poder por considerarlos ataques a las libertades civiles. También ha sido uno de los primeros en sufrir sus consecuencias; mucho antes que, por ejemplo, Julian Assange

Exejecutivo y analista sénior de la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (una de las han estado especialmente en la mira en las últimas décadas por sus actividades de espionaje masivo), Drake filtró información en 2006 sobre el proyecto de recolección de datos Trailblazer al Baltimore Sun. Por esto le acusaron de ser un enemigo de Estado y lo procesaron bajo la Ley de Espionaje en 2010, aunque el caso luego decayó. Hijo de un veterano de la Segunda Guerra Mundial, analista de la Fuerza Aérea estadounidense durante la Guerra Fría, y lingüista y experto en criptografía militar, atiende a EL PERIÓDICO para hablar de la carrera espacial, lo que queda de privacidad y los alrededor de 7.000 satélites colocados por el multimillonario Elon Musk en la órbita terrestre baja y que ahora quiere que usen los gobiernos europeos. 

El Gobierno de Giorgia Meloni dice que está evaluando usar los satélites de Musk para sus comunicaciones militares y sensibles del país. ¿Qué opina? 

Creo que es un riesgo. Depender de la tecnología de otro país siempre lo es. En este caso, además, estamos hablando de datos encriptados de alto interés para el sector de la defensa y de otro actor, Musk, que está incursionando en un espacio que es un negocio muy lucrativo. Este es el problema. ¿Cuáles son las garantías de que esos datos permanezcan confidenciales? La historia del mundo posterior al 11-S [de 2001, en referencia a los atentados EEUU] nos enseña que las empresas afincadas en EEUU y que han hecho negocios en el ámbito militar, han querido obtener un acceso total a la información, también cuando había acuerdos con los servicios de inteligencia de esos países. Esto se lo digo como alguien que no tiene nada que ganar de todo esto.

¿O sea, usted cree que existe un riesgo de vigilancia ilícita?

También pasivo. ¿Quién controlaría el acceso a los datos? ¿Cuáles son las garantías? Son preguntas fundamentales que si fuera Italia me haría y me lo pensaría dos veces, sobre todo cuando eres un país europeo y ya tienes a disposición sistemas propios, algunos desarrollados localmente por la industria de defensa europea. ¿Por qué hacerlo si tienes la plataforma de lanzamiento Ariane, o la ESA [la Agencia Espacial Europea]? Todo esto es europeo, ¿verdad? ¿Por qué perder soberanía? 

Musk ofrece su tecnología también para fines comerciales. 

También en este caso, entiendo que se quiera avanzar y que algunos sistemas europeos es posible que solo estén disponibles en 2030, pero eso no es mucho tiempo. Además cuando estableces una relación de ese tipo es muy difícil luego dar marcha atrás. Lo sé muy bien. Usar los satélites de Musk en el espacio significa ceder soberanía en la tierra. Son dinámicas que ya he visto, la propuesta suele ser para una relación hegemónica.

¿Técnicamente no sería posible mantener protegida esa información?

Lo es, pero, insisto, EEUU tiene un historial… Hay muchos, muchos casos, como el de los sistemas de comunicación instalados en Alemania por una compañía afincada en EEUU [Verizon, de la cual el Gobierno alemán prescindió en 2014 tras filtrarse que el país había espiado incluso a la cancillera Angela Merkel]. Fue un gran escándalo porque habían compartido esa información con los servicios de seguridad estadounidenses.

La carrera espacial ha vuelto a los titulares. ¿Por qué ahora y por qué es un asunto tan delicado?

Porque quien controla el espacio, controla las comunicaciones. Y si controlas hoy las comunicaciones, eso influye directamente en los mensajes y en los medios.

No solo Musk, también EEUU, China y Rusia compiten directamente por el espacio. ¿Quién ganará?

(Se ríe). Algunos la llaman la nueva frontera; yo lo veo como grandes potencias internacionales e intereses comerciales cada vez más vinculados entre sí… es todo más transnacional.

¿Podríamos asistir a guerras espaciales en el futuro?

Intento no ser muy cínico, pero el espacio se está militarizando cada vez más y también está lo que los astrónomos llaman el síndrome de Kessler [la proliferación de escombros espaciales derivada de múltiples colisiones], lo que se debe sobre todo al aumento de satélites especialmente en la órbita baja. Existe un riesgo pasivo y otro ofensivo […] Es también posible que en algún momento crítico algún país se diga: ‘Sabes qué, voy a destrozar los satélites claves para la comunicación de mis enemigos’. No ha pasado aún, pero podría pasar.

¿A los ciudadanos comunes que quieren o deben proteger sus datos y privacidad les queda alguna herramienta?

Todavía hay sistemas altamente encriptados difíciles de descifrar. La preocupación son los algoritmos, quién tiene acceso a ellos. […] Claro que si te conviertes en objetivo de un Estado es extremadamente difícil que puedas evitarlo. Solo hay sistemas que resisten mejor, es decir, que solo les permiten saber que te estás comunicando y con quién, pero que difícilmente pueden romper la encriptación, al menos de inmediato, para saber qué estás diciendo.

Muchas plataformas prometen un cifrado de extremo a extremo, pero en verdad pocos tenemos la capacidad de asegurarnos de que eso sea realmente así. 

Muchas fragilidades a menudo tienen que ver menos con el nivel de encriptación en la transmisión y más con el receptor final, es decir, con el dispositivo en sí. Ahora mismo nuestra transmisión está cifrada, pero ¿y si hay un dispositivo de escucha donde estás tú? Por supuesto, no hay que volverse paranoicos […] solo ser conscientes de que no existe tal cosa como la protección absoluta en iInternet, solo distintos niveles de inseguridad.

¿Conoce a Musk?

Le conocí en 2007 en la sede de Space X [la empresa espacial del magnate], cuando yo era el jefe de estudios en la Universidad de Defensa Nacional. Es un personaje interesante, pero me recuerda a los barones ladrones [industriales y financieros estadounidenses del siglo XIX cuyas prácticas se consideraban poco éticas y escrupulosas], como los magnates de los ferrocarriles o JP Morgan. 

¿Y por qué todo esto aún le interesa tanto?

Mi padre era un veterano de guerra. Luchó contra los alemanes para liberar a Europa. Por eso Europa es tan importante para mí. 

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