Laura Bonaparte: recorrida por el hospital que el Ministerio de Salud busca reestructurar

El Hospital nacional Bonaparte, dedicado a la salud mental y a las adicciones, fue el centro del conflicto social de una larga semana que comenzó con su «cierre» -ordenado por el Ministerio de Salud de Nación. Pero, tras amplias protestas populares y negociaciones, culminó en la habilitación de una mesa de negociación que buscará su reestructuración.

Según los protagonistas de la negociación, esta se hará con el hospital abierto y funcionando a pleno.

¿De que se trata esta institución que muy pocos conocían antes de la explosión mediática de la semana? «No sólo es un espacio referente para las adicciones, sino que también se atienden muchos otros problemas de salud mental«, le explicó a PERFIL Leonardo Fernández Camacho, delegado del gremio ATE en la institución. Y agregó: «pero también tenemos espacios tradicionales donde se atienden consultas clínicas, de odontología, de ginecología, nutrición, kinesiología, etc. Incluso se hacen prácticas de laboratorio, rayos, etc. Y hasta tenemos un espacio dedicado a la atención pediátrica, sobre temas de salud mental, donde se atiende -por mes- a 320 chicos». Eso ayuda a explicar que la institución tenga, en total, 612 trabajadores de la salud, de los cuales unos 300 son profesionales de diferentes especialidades.

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Por otra parte, el Bonaparte alberga un centro cultural con una amplia oferta que incluye a los pacientes y a la comunidad del barrio con una oferta de talleres culturales (que también cumplen funciones terapéuticas). Se puede aprender guitarra, cerámica, dibujo, canto y radio, entre otros. 

De todos modos, el fuerte de la institución es la salud mental y las adicciones a diversas sustancias. Y no únicamente drogas sino que también hay talleres y consultas sobre consumo de alcohol y tabaco. En los últimos años sumaron una oferta de tratamiento de otro consumo problemático en boga: la ludopatía y la adicción al juego.

En una recorrida que PERFIL hizo por las centenarias instalaciones (Ver abajo) el delegado contó que durante el conflicto circularon en los medios varias cifras erradas. «Lo concreto es que hoy hay unos 40 pacientes internados pero fácilmente podríamos llegar a tener 80 plazas disponibles. Y en lo que va del 2024 ya evacuamos 98 mil consultas hechas por más de 25 mil personas». Esto incluye desde la atención por guardia, a la gente que concurre el hospital de día, más la atención en consultorios por demanda espontánea -un servicio que que funciona de lunes a viernes de 8 a 20 horas y hoy ya atienden a más de 50 personas por día- y, finalmente, los turnos programados de los consultorios tradicionales.

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En el Bonaparte también funciona un Centro de Atención Telefónica nacional (una línea 0800) para responder ante urgencias en salud mental, donde siempre hay un equipo de psicólogos de guardia atendiendo llamadas para contener a personas en situaciones límite. Allí resuelven unos 1800 llamados mensuales de urgencias.

En la institución –que los viejos habitantes de Parque Patricios conocen como el «Cenareso«– no solo se atienden personas de los segmentos sociales y económicos más necesitados. «En los últimos tiempos, debido a la compleja situación económica, está cambiando el perfil de la gente que se acerca. Ahora vienen cada vez más personas de clase media que se quedaron sin cobertura de obra social o prepaga y acá pueden recibir tratamiento y medicación para sus problemas psiquiátricos y de otro tipo», aseguran los profesionales con los que charló PERFIL durante la recorrida.

Hospital Laura Bonaparte y debate sobre salud pública

Es, también, un centro de formación para salud mental ya que tiene varios profesionales completando residencias médicas en este tema, haciendo también investigación. Permanentemente llegan, además, estudiantes de todo el país para hacer rotaciones específicas y aprender sobre estos temas. 

Además, desde el Bonaparte semanalmente salen grupos de profesionales, de varias disciplinas médicas, a realizar intervenciones de salud integral en el territorio: han atendido en varias villas  (Zabaleta, Fiorito, Villa Palito) y otras zonas vulnerables de Caba y del GBA. Y a su Hospital de Día, que funciona de 8 a 18 horas, llega gente de toda el AMBA. En total concurren allí unas 70 personas de alta vulnerabilidad, que reciben atención, medicación y contención psiquiátrica cotidiana.

Hospital Laura Bonaparte y debate sobre salud pública

Lo que viene en materia de cierres

«Nosotros pensamos que la situación actual –lo que ocurrió en el Hospital Bonaparte– es una continuidad de lo que pasó días antes en el Garrahan», le dijo a PERFIL Vanina Rodríguez, Secretaria de Formación en la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), integrante del Equipo Nacional de Salud. Y continuó: «esto nos recuerda a la política de los años ´90, cuando se hizo la transferencia de organismos de salud nacionales a las provincias». 

Según Rodríguez, que es técnica y trabaja en el Hospital de Berazategui, «lo que no se terminó de hacer en aquella época se va a intentar ahora». Y sugiere que es posible que el estado nacional intente cerrar, o transferir, al menos cinco de las instituciones que aún dependen del organismo que dirige el ministro Mario Lugones, pese a que algunas son espacios de referencia incluso a nivel de América Latina.

«Estamos muy preocupados por lo que pueda pasar con varios hospitales nacionales que funcionan en Buenos Aires como el Posadas, el Montes de Oca, el Baldomero Sommer, el de Rehabilitación Psicofísica de Mar del Plata y también algunos institutos que dependen del Malbrán, como el Maiztegui de la ciudad de Pergamino y el Jara de Epidemiología, de Mar del Plata», comentó Rodríguez.

El Hospital Bonaparte: un espacio referente a nivel nacional sobre salud mental.

Para Rodríguez el gobierno retrocedió en su intención de cierre y ahora admite la «reestructuración» por una razón: la inesperada movilización de una gran cantidad de personas que no están de acuerdo con que la salud sea una mercancía sino que es un derecho.

Cambios posibles

Desde ATE ofrecen sugerencias para hacer cambios de fondo que mejoren la oferta de salud estatal. «No es tan difícil. Primero, mayor presupuesto para el sector. Y luego ofrecer capacitación continua a los trabajadores. Ya hay plataformas digitales -desarrolladas en la pandemia- que permiten dar capacitación en el lugar de trabajo. No es caro ni engorroso».

También -afirman- deberían copiar lo que ya pasa en educación, donde hay una paritaria nacional para el sector. A eso podría sumarse, por ejemplo, algún plus económico ligados a la capacitación profesional. Y finalmente reordenar el sistema ya que hay muchas provincias, ciudades y distritos donde se superponen institutos de salud, nacionales, provinciales y municipales.

Una larga trayectoria

El hospital nacional «Laura Bonaparte» tiene una historia que refleja la evolución de la salud pública en Argentina. Fundado en 1875 como hospital militar, se decidió enfocarlo en la atención de heridos de guerra. Quedó formalmente inaugurado en 1889, bajo la presidencia de Juárez Celman. En 1940 se transformó en Hospital Central para Enfermos Tuberculosos. A fines de los ´60 funcionaba allí la estructura administrativa de la Encuesta Nacional de Salud.

Hospital Laura Bonaparte y debate sobre salud pública

En 1973, luego de años de abandono, el edificio evitó la demolición y pasó a ser la sede del Centro Nacional de Reeducación Social (Cenareso), especializado en el tratamiento de toxicomanías. Tras ser de atención exclusivamente ambulatoria en noviembre de 1974 se internó el primer grupo de pacientes. En 2016, el centro fue renombrado en honor a la Licenciada Laura Bonaparte, una reconocida psicóloga y activista de derechos humanos. A partir de ese momento y hasta ahora la institución se consolidó como un Centro Nacional de Referencia en Salud Mental.

 

Opinión

Cómo ahorrar recursos sin cerrar hospitales

«Hay mucho por hacer, pero los argentinos podemos tener una mejor salud, mientras reducimos los costos del sistema y sin necesidad de cerrar hospitales o instituciones», asegura Rubén Torres. ¿Quién es este hombre que se anima a unir puntos tan contradictorios? Torres es uno de los máximos especialistas en salud pública del país. En su larga carrera trabajó y coordinó diversos servicios de salud hospitalaria tanto en instituciones estatales como privadas, en municipios, en provincias y también en Nación. Fue Subsecretario de Salud en Santiago del Estero, Superintendente de Servicios de Salud y consultor de la Organización Panamericana de la Salud en estas temáticas. 

«La gestión hospitalaria en nuestro país es un problema serio y hace muchos años que nadie le presta atención. Podríamos decir que el otrora Estado «presente» era una ficción, no una acción. Y las que las siguieron tampoco le encontraron la vuelta». 

Según Torres, además, en el caso específico del conflicto del hospital Bonaparte se suma otro debate heredado: el de la Ley de Salud Mental que se dictó en el 2010, pero nunca fue acompañada del presupuesto que requería su implementación «que es compleja y genera mucho debate». 

El experto también suma su opinión para salir de la debacle actual. Según Torres, tomando algunas medidas de fondo, «creo que en Argentina podríamos tener una situación de salud mucho mejor, y, además, ahorrando entre un 20 o un 25% del actual presupuesto.

Hospital Laura Bonaparte y debate sobre salud pública

—¿Cómo se hace esto?

—Haciendo uso de los recursos en forma eficiente, pero solo para tratamientos y respuestas basadas sobre evidencia científica. Por otra parte podríamos implementar guías médicas, consensos y protocolos con una mayor fuerza jurídica. Eso nos permitiría, por ejemplo, llegar a tener  diagnósticos, pero  ahorrando muchos estudios extras que hoy se ordenan pero que, realmente, no resultan necesarios. Y lo mismo con tratamientos.

¿Y qué otra medida?

—Podemos reducir internaciones innecesarias que es uno de los gastos más altos del sistema. En Argentina hay un porcentaje significativo de personas internadas que no requerirían ese paso si contáramos con un sistema eficiente de atención primaria, que pudiera sostener al paciente en su contexto hogareño. Eso nos ahorraría mucho dinero. Y en los casos en que sí hay que internar, con una gestión médica eficiente suele ser posible reducir la cantidad de días de internación que cada enfermo requiere, sin afectar la calidad de atención. Por ejemplo, coordinando mejor los turnos de los estudios complejos o las interconsultas.

¿Alguna otra opción?

—Si, reordenar el sistema de salud. Podemos lograr mejores resultados, ahorrando al mismo tiempo, si los municipios se encargan de la atención primaria, las instituciones provinciales ofrecen medicina de complejidad media. Y las prestaciones de alta complejidad pueden seguir en manos nacionales y recibir los casos más difíciles, como ocurre hoy con el Garrahan o lo que se hace en el Malbrán. En este esquema el Ministerio nacional puede dedicarse al papel de rectoría que propone el gobierno actual.

Torres también advierte que coordinar estos cambios es un proceso que lleva tiempo y diálogo entre las partes sobre cómo ejecutarlo. «No se puede tirar la salud a las provincias sin pensar también en los presupuestos y transferencias que requieren. Y, no es sólo enviar dinero. El cambio debe hacerse apuntando a que la contrapartida del recurso se vea en mejoras concretas de los índices de salud.

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